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CONSEJO ASESOR INDÍGENA: Historias de ovejas descarriadas
Por Hernán Scandizzo - Sunday, Jan. 04, 2004 at 1:22 PM
herscan@yahoo.com.ar

Meses atrás publicamos otros fragmentos de la entrevista realizada a miembros del Consejo Asesor Indígena – Fiske Menuko referidos al proceso de autorreconocimiento que vive el Pueblo Mapuche y a los lineamientos de la organización. Esa tarde de mayo de 2003 Julián (J), Elena (E) y Marcelo (M) también contaron de la historia del CAI, sus inicios, idas y vueltas, marchas y contramarchas... Y volvieron sobre los temas que antes habían desarrollado porque su historia también es autorreconocimiento y lucha política.

Este es el último fragmento por publicar de aquel encuentro maratónico que empezó a las 5 pm, se interrumpió a las 3 am y continuó tras unas horas de buen dormir.

¿El CAI en qué año se arma?

J: En el ’85.

¿Cómo fue el proceso de constitución?

M: La organización surge después de un problema climático muy grande en la región sur (de la provincia de Río Negro), la nevada del ’84. La mayoría de los campesinos se quedaron sin nada y a través de una propuesta conjunta de la iglesia (católica) con el Estado rionegrino, arman programa de beneficencia...

J: “Una oveja para mi hermano”.

M: Así se llamaba el plan... Y se juntaron animales que en ese momento le vinieron bien a la gente porque no tenía nada. El problema era quién lo repartía y con qué criterio. Entonces juntaron un grupo de gente que estuvo a cargo del ministro de Recursos Naturales para repartir las ovejas y a través de eso empieza todo un movimiento.

A su vez el Estado rionegrino, por esta misma nevada y la falta de alimentos, genera unos planes sociales y arma el Consejo Asesor Aborigen con la intención de que maneje los planes sociales. Los planes sociales eran que llegara leña a (Ingeniero) Jacobacci... que llegara leña y kerosene a Maquinchao, que llegaran cajas PAN (Programa Alimentario Nacional) y que la misma gente del campo se hiciera responsable de llevarla a sus lugares y decir: “Esta cantidad de cajas van para allá”... Administrar. La gente se juntó un par de veces con esa idea, fue el tema central de las primeras dos o tres primeras reuniones, y por suerte, inmediatamente, compañeros nuestros – gente grande, paisana, mapuche – se dieron cuenta que la cosa no iba por ahí. Entonces empezaron a decir: “Acá no necesitamos cajas PAN, no necesitamos leña, acá necesitamos tierra para trabajar, para vivir mejor”. Ahí se genera una discusión de por qué la idea de esta organización no era (precisamente) discutir esas cosas, no era discutir política, (sino) era mandar leña y cajas PAN.

La gente empieza a decir que le interesa discutir otras cosas y la iglesia pone en funcionamiento un programa, financiado por una comunidad católica alemana, y echa a andar promotores a la Línea Sur. Entonces esta gente se sumó a la organización y fomentó la cuestión económica: el armado de cooperativas de pequeños productores. Fue una época de mucho movimiento en la región. Junto con toda esta promoción se generó un movimiento de discusión política y de ver necesidades, que fue el tema de la ley provincial 2287 - la Ley Integral del Indígena -, que es a propuesta de nuestra organización. Eso llevó una lucha muy grande y de ahí fue mucho el crecimiento de la conciencia de la mayoría de los que estábamos militando en ese momento.

¿Eso en qué año sucede

M: Es en el ’86, ’87, porque la ley se sanciona en el ’87... Y una vez que se sancionó la ley había que ponerla en funcionamiento, pero quedó ahí parada por muchos años y la organización empezó a ver otros problemas y otras discusiones con la iglesia... A esta altura ya se había roto con el gobierno.

Esta organización empezó como propuesta del gobierno, tres reuniones, tres meses. A partir de ese momento se independizó, la gente se hizo de esa organización, porque la sintió propia, porque sintió que era su espacio, más allá del nombre y todas estas cuestiones que se pueden decir. Rompió con el Estado y empezó a tener conflictos con la iglesia, porque había una contradicción. En ese momento el obispo (de Río Negro) era Hesaynne, que permitía un montón de cosas a sus promotores, pero también había otro montón de contradicciones y de relaciones personales.

J: Los primeros promotores eran de la iglesia, después se empezaron a incorporar gente nuestra y se empezó a profundizar la discusión para resolver el tema de la tierra. Ahí es donde se hace la lucha por esa ley que supuestamente iba a resolver el tema.

Una organización que había nacido a propuesta del Estado y de la iglesia empezaba a no querer pertenecer ni al Estado ni a la iglesia sino que empezaba a discutir cuestiones que ni al Estado ni a la iglesia les convenía.

¿La organización ya tenía carácter provincial?

J: Sí, tenía incorporado a todo Río Negro...

Lo que pasa es que la iglesia era la que tenía la plata y bancaba ese plan de promotores, las camionetas, los camiones, los que trabajaban en las cooperativas... Cuando se profundizó la diferencia la iglesia retiró su plan de promotores, sus camionetas y nos quedamos los mapuche, nomás... Algunos promotores quedaron de nuestro lado y el resto se fue porque cobraban un sueldo, eran empleados. Quedamos solos y con una ley que no se ponía en funcionamiento, que era a través de la concreción del CODECI (Consejo de Desarrollo de las Comunidades Indígenas). No estaba reglamentada ni nada. En el ’90 se reglamentó, ¿no?

Ahí nos desayunamos cuál era la verdadera intención de todos ellos, en realidad promovían hasta cierto punto... Como las Ong’s que promueven la participación comunitaria, pero no vayas a querer ir más allá. En nuestro caso pasó eso.

En ese momento la única organización reconocida era el CAI, que no tiene nada que ver las contradicciones que tiene el nombre con nuestra acción. Lo que pasa es que dentro de nuestra asamblea nuestros peñi más viejos plantearon que ese nombre, CAI, tenía que existir siempre porque esa era la organización con la cual habíamos empezado a recuperar nuestra lucha como Pueblo, como mínimo acá, en Río Negro. Por lo tanto se le podía cambiar el resto del contenido pero el CAI tenía que seguir existiendo. Nuestra organización no es ni un Consejo, ni es Asesor de nadie, ni es Indígena.

A partir del ’90 nos empezamos a rascar con nuestras propias uñas, pero con la libertad de pensar y decir las cosas que como mapuche podemos decir y no tener compromiso ni con el gobierno, ni con la iglesia ni con los partidos políticos y sí el compromiso moral con todo aquel que se sienta hermano nuestro. Ahora nos cuesta, lógico. ¿Cuántos años estuvimos parados...?

M: Sí muchos años.

E: Diez.

M: Imaginate, de tener todos los medios de movilidad, comunicación - teléfono, radio - pasaje para ir, para venir... a no tener nada. Decías ‘a’ y salía en los diarios. Esta ruptura, por suerte beneficiosa para nosotros, nos paralizó. Teníamos reuniones en una comunidad cerquita, que es a 40 km de Jacobacci, y no teníamos cómo ir, y con la desgracia de habernos acostumbrado a que si no teníamos vehículo no nos movíamos. Después nos empezamos a mover con la gente que quedaba en el pueblo y en otros lugares. Teníamos la necesidad de que la organización siga planteando los problemas políticos, económicos, qué pasa con la tierra. A eso había que darle respuesta y la respuesta no era esperar de otro. Entonces otra vez el camino, juntando pesito por pesito, el que tenía caballo se iba a caballo, el que tenía bicicleta se iba en bicicleta y así empezamos a reconstruir, a acomodarnos a esta nueva situación.

J: De hecho las recuperaciones de tierra se hicieron en esta nueva etapa, porque antes, cuando teníamos todas las condiciones, no hicimos ninguna recuperación. Una etapa en la que teníamos una capacidad de organización (que nos permitía realizar) una movilización a Viedma, a la plaza San Martín, en pleno invierno... Se llenó la plaza de mapuche venidos de la Línea Sur, una movilización que hoy sería una cosa extraordinaria. Se salió con nieve, con barro; se fue y copamos Viedma.

Los mapuche que estaban en Viedma, que vieron a sus paisanos que vinieron del campo con esa polenta, salieron a apoyar. Y todo ese proceso hizo que en Río Negro tengamos una aparición como mapuche. Muchos hoy dicen: “Soy mapuche”, fue parte de esa etapa también. No todo fue negativo, si bien nos paró todos esos años – porque si ahora tuviéramos las posibilidades de aquella época estaríamos en otra situación – nos paró en el sentido de ir a fondo. En esa etapa no se hizo ninguna recuperación... se negoció el traslado de nuestra gente, que estaba donde se llenó la represa de Piedra del Águila, a (la estancia) María Sofía... A una estancia donde los dueños se fueron y la dejaron superpoblada de animales llenos de sarna, que los que estudian las tierras decían que 20 años iba a llevar recuperar todas esas tierras... No hicieron las casas, no hicieron un montón de cosas. Y la organización CAI negoció esa parte y en ese momento la conducción la tenía la iglesia con sus promotores y nuestra gente no participaba... Participábamos en asambleas, pero ellos tenían la habilidad ser los que dirigían.

Ahora nos limita no tener dinero para movernos, tené en cuenta que tenés que recorrer por lo menos 500 km a la redonda para armar una reunión... Hay gente nuestra, del CAI, que está en los campos, que todavía no se la fue a ver desde aquella época. Vas al campo y te dicen: “Yo soy del CAI”, “Yo fui del CAI”... y nosotros no podemos llegar. Vamos llegando a dónde podemos. Los conflictos se nos van presentando no los vamos a buscar, nuestra organización no es una estructura, no es un partido político, ni una organización del Estado. Nuestra organización se autoconvoca, participamos todos los que participan, no es que está predeterminado un secretario general, o un lonko mayor, un werken, que va a ser siempre werken. Nos juntamos y esa es la organización, cada vez que nos juntamos. Después cada uno se desparrama para su lugar.

Viene una comunidad y plantea: “Necesitamos recuperar esta tierra, porque la historia dice que el turco este la robó”. Agarramos todos los elementos que nos sirven para enfrentar esa situación y la que toma la decisión es la comunidad. La organización, que es el resto de las comunidades que están en nuestra organización, de los militantes, de la gente que anda suelta, apoya eso. Pero en ningún momento nos planteamos que hacemos una recuperación para hacer un hecho político, para decir: “Bueno, los mapuche estamos acá y el CAI es la organización”. No, los conflictos se plantean a partir de que la gente plantea: “Queremos recuperar tal tierra”, la organización se junta, evalúa...

Nadie está atado a nuestra organización, no tenés que firmar un contrato o un estatuto, todos pertenecemos porque queremos estar ahí. Y puede haber otro mapuche que quiera participar con nosotros, que de hecho los hay, y que no necesariamente tienen que pertenecer a nuestra organización. Están en la misma lucha con nosotros. Para algunos no estamos, porque algunos peñi tienen otros objetivos, pero los que están con los mismos objetivos que nosotros planteamos, van a estar ahí. A nadie se le cierra la puerta.

Es más, se nos han ido algunos atraídos por un sueldo, por alguna secretaría, alguna asesoría. Tenemos muchas bajas en ese sentido. Por eso decimos lo peligroso que son estas políticas de cooptación de dirigentes del Banco Mundial.

¿Ustedes están en la CODECI?

J: No. Nosotros nos planteamos en alguna época estar en el CODECI. ¿Por qué? Por la disputa de discutir con el gobierno el tema de la regularización de las tierras. El gobierno quería plantear la regularización de las tierras en el marco del título individual y nosotros planteamos la cuestión colectiva con nuestra participación directa. El Estado lo único que tenía que hacer era poner la plata para los gastos, pero todo lo íbamos a hacer nosotros, porque somos los únicos que sabemos dónde están los mojones y lo que queremos. El Estado no estaba de acuerdo y por lo tanto no llevó adelante la regularización.

Nosotros decíamos: “ Si el CODECI nos sirve para regularizar las tierras como nosotros queremos vamos a seguir. Si este organismo no nos resuelve nada, no vamos a estar más”. Y con el paso del tiempo se vio que eso era inviable, que íbamos a terminar siendo miembros de un organismo del Estado...

Y legitimando su política.

J: Legitimando todo... y nos abrimos. Quedaron algunos peñi nuestros que no se quisieron deshacer del cargo por los $300 de sueldo y los $50 de viáticos.

E: Eso es lo que divide.

J: De hecho en un momento el gobierno nos planteó darnos Planes Trabajar como organización. Nosotros no estamos en contra de los piqueteros, inclusive tenemos relaciones muy buenas con los MTD, pero esto no quiere decir que nosotros no digamos que no estamos de acuerdo con los Plan Trabajar... y más en el campo. Para nosotros el Plan Trabajar es mortal. No estamos de acuerdo porque no tenemos que vivir de migajas, el Estado nos tiene que devolver todo lo que nos robó. No estamos de acuerdo con que traigan una migaja para los pobres mapuche que están muertos de frío. El Estado nos debe una recomposición histórica que no la va a pagar con un Plan Trabajar.

Es más, tenemos subsidios laneros, que le corresponde a todos por la actividad económica - como en el Alto valle se paga por la fruta (en la Línea Sur por la producción lanera) -. (El ex gobernador Pablo) Verani lo dejó de pagar y lo cambió por 200 kilos de mercadería. Salía haciendo campaña en la televisión, cómo entre la nieve entregaba los 200 kilos de mercadería... Nosotros sacamos la cuenta de cuánto era en plata y en ese momento eran $90, y sacaron el subsidio lanero que eran $600 roñosos al año.

Si la intención de la organización hubiese sido crecer políticamente o nada más crecer, hubiésemos agarrado. Tal vez estaríamos viviendo de dos o tres Plan Trabajar y hubiésemos hipotecado el futuro de nuestro Pueblo en función de estar un poco mejor. Y después íbamos a estar todos los meses movilizando a nuestra gente para que no corten los Plan Trabajar. Nosotros lo que estamos planteando es la lucha por la recuperación y nos estamos planteando formas de producción que no nos aten al circuito comercial. Nuestra postura, en lo económico, es la economía de subsistencia no la economía de mercado.

M: Quería hacer una aclaración con el tema CODECI. El CODECI no es una organización provincial, es un organismo que tiene la función específica de aplicar y controlar la Ley Integral del Indígena, más las políticas que surjan. Y está integrado por tres personas mapuche y dos del (Poder) Ejecutivo.

Ah, pero los mapuche tienen garantizada la mayoría.

(risas)

M: Tienen mayoría... Acá se desdibujó (todo) con una intención del gobierno que tuvo buen asidero, porque le fue bien, poner (al CODECI) por encima de las organizaciones que existen en la provincia de Río Negro: Centros Mapuche, Coordinadora (del Parlamento) del Pueblo Mapuche de Río Negro – que es una organización que se intentó hacer y que funciona al revés, porque funciona al pie de lo que dice el CODECI –. Cinco personas manejan, o pretenden manejar, todas las organizaciones que están en la provincia de Río Negro. Una política de gobierno que hasta ahora tiene éxito...

Hernán Scandizzo

Notas anteriores

“SOY MAPUCHE Y NO IMPORTA LO QUE DIGAN”
http://www.argentina.indymedia.org/news/2003/08/124485.php

CAI FISKE MENUKO:
“SI NO ENTRAMOS EN ACCIÓN NO RECUPERAMOS NADA
http://www.argentina.indymedia.org/news/2003/08/129311.php

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