Julio López
está desaparecido
hace 6423 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

EL INICIO DE LA SEGUNDA REVOLUCIÓN BOLIVIANA
Por Michael Wattignies - Wednesday, Jan. 14, 2004 at 11:52 AM

Respuesta de Pierre Broue a Luis Oviedo (PO)

Un presidente de la república corriendo por los tejados para subirse a un helicóptero, huyendo de un pueblo sublevado: eso ocurría anteayer en Argentina con de la Rua... El hoy era el presidente boliviano, medio norteamericano más que latinoamericano, González Sánchez de Lozada, conocido como Goñi, que emprendió el mismo camino para ocultarse en Miami, el corazón del cuartel general de la contrarrevolución en América Latina. De este modo continua la revolución en América Latina, con lo que podríamos considerar, después de 1952, como la segunda revolución boliviana. Ciertamente sería muy difícil llegar a esta conclusión leyendo la prensa francesa. En cuanto a la prensa latinoamericana, también cuenta con periodistas difamadores, como Luis Oviedo, seguidor de Altamira y su partido, el PO, que ha escrito un artículo contra Alan Woods y Jorge Martín que nos hace preguntarnos lo siguiente: “¿Es un estúpido y analfabeto o un falsificador consciente y organizado?”
En el año 2000 los trabajadores de Cochabamba, dirigidos por un comité organizador encabezado por el veterano Oliviera, consiguieron frenar la privatización del agua decidida por el gobierno de la oligarquía de La rosca, que beneficiaba a la empresa estadounidense Bechtel. En esta ocasión fue el gas natural lo que encendió la pólvora. Se recurrió al ejército para sofocar la insurrección.

Natural como en el contexto social

Bolivia es un país muy pobre. En La Riposte se publicaban los siguientes datos aparecidos en la prensa de izquierdas boliviana: “La mayoría de los bolivianos viven con menos de cinco dólares a la semana, el 82% de los campesinos viven por debajo del umbral de pobreza. El 87% de la tierra, incluida la más fértil, pertenece al 7% de los terratenientes. Millones de pequeños campesinos se reparten el 13% restante”.
El descubrimiento de nuevos yacimientos de gas natural fue el punto de partido de los acontecimientos actuales. El subsuelo boliviano tiene unas enormes reservas de gas, después de 1985, con el gobierno de González Sánchez de Lozada, se privatizó su explotación. La Commune dice lo siguiente: “Cada dólar invertido genera diez dólares, pero de estos diez, ¡Bolivia recibe sólo dos! Lo que hizo explotar todo fue la decisión de exportar gas a EEUU a través de Chile mediante un consorcio formado por una alianza de multinacionales interesadas llamada Pacific LNG”.
La reacción fue inmediata y generalizada. Las organizaciones que se oponían a este plan crearon el Comité Coordinador por la Defensa del Gas Natural. Exigían que el 50% de todos los beneficios debían quedarse en el país, un país donde la población carece de todo y donde los pobres tienen que comprar el gas en bombonas que les venden a un precio muy elevado. Debemos subrayar el hecho de que los nuevos dirigentes, de la COB como Jaime Solares y entre los mineros Miguel Zuvieta, demostraron ser muy militantes en esta cuestión. La COB, la confederación sindical del país, que estaba muy debilitada, recuperó su nervio gracias a los esfuerzos de los dirigentes locales y regionales, como el dirigente de El Alto: Roberto de la Cruz.
Inmediatamente, El Alto, una ciudad grande con aproximadamente 750.000 habitantes —el 10% de la población del país— cerca de La Paz, habitada por trabajadores y campesinos en busca de trabajo, estuvo a la vanguardia de la lucha. Aquí consiguió un apoyo masivo la convocatoria de la COB, dirigida por Solares, de una huelga general hasta la victoria en la cuestión del gas natural. Y no eran sólo palabras. El Alto estaba bajo el control de una red de comités.
Incluso si esto disgusta a los calumniadores del tipo de Oviedo, debemos reconocer que la dirección de la COB se mantuvo sorprendentemente firme en su convocatoria de huelga general, en su exigencia de echar a Sánchez de Lozada y llevarle a juicio. Este último no había calibrado la fuerza de la oposición y decidió que sería suficiente con sofocar a un puñado de oposicionistas, él pensaba que sólo eran 8.000.
Pero la lucha no desarrolló como él pensaba. Los trabajadores respondieron con palos y piedras contra los vehículos acorazados y las ametralladoras. El 20 de septiembre unos cuantos cayeron en Waritala, en la región del lago Titicaca, y también en El Alto donde los alteños se defendieron valientemente. Los mineros que llegaban desde Huanuni también impusieron su camino. Eran 5.000 dirigidos por Miguel Zuvieta, el recién elegido secretario de los mineros, además estaban armados con cartuchos de dinamita que estaban dispuestos a utilizar. Después de un día de resistencia, los soldados les permitieron pasar; los oficiales hicieron concesiones a los reclutas en lugar de atacarles como habían hecho antes. Pronto llegaron los cocaleros (campesinos productores de coca) desde Chapare, que también recientemente habían sufrido ataques.
El 11 de octubre el ejército atacó a la vanguardia del movimiento en El Alto, a pesar de que la población estaba desarmada hubo batallas encarnizadas. Los atacantes fueron repelidos y el 13 de octubre los alteños —la población de El Alto— comenzó una marcha hacia La Paz. Las consignas eran: “¡Castigo a los asesinos! ¡Recuperar el gas robado!” Al mismo tiempo, los mineros de Huanuni habían superado al ejército que previamente les había detenido y habían llegado a La Paz con su dinamita. Hubo vacilaciones entre las fuerzas de la represión del estado. El teniente coronel Juan Carlos Ibáñez, en nombre de los “oficiales patriotas”, protestó contra el papel represivo que se le había asignado al ejército.
Este elemento peligrosamente subversivo cada vez era más grande, se formó una alianza entre Quispe, Morales y Roberto de la Cruz. En realidad era una alianza militar. Durante el día 16, Jaime Solares, secretario general de la COB, hizo un llamamiento para que los trabajadores crearan grupos de autodefensa, los trabajadores en armas para “luchar contra el vandalismo”. Reapareció la consigna de armar al proletariado, la expresión más elevada del doble poder que caracteriza a una situación revolucionaria.

¿Una victoria sin mañana?

G. Oxley escribía lo siguiente en La Riposte: “En el momento decisivo, los dirigentes del movimiento obrero no dieron la señal para tomar el poder. Los mineros habían entrado en la capital, armados con miles de cartuchos de dinamita. Los campesinos bloqueaban todas las carreteras, la huelga general indefinida paralizaba las principales ciudades, la policía confraternizaba con la población [el líder de los oficiales de policía que se habían amotinado en febrero se encontraba entre los manifestantes]. Un número de soldados cada vez más importante se negaba a disparar a los manifestantes, las clases medias se estaban uniendo a la protesta. Existían todas las condiciones para que los trabajadores y los campesinos tomaran el poder y organizaran un régimen de genuina democracia obrera, basada en las asambleas populares y con una estructura nacional de delegados electos y revocables”.

Doble poder

En realidad había surgido una situación de doble poder. Jorge Martín, en El Militante, escribía que estaba claro que el llamamiento de asambleas abiertas (cabildos) estaba poniendo las bases para “un nuevo poder revolucionario”.
Los órganos que representaban al nuevo poder en El Alto eran la Federación Departamental de Juntas Vecinales y el comité regional de trabajadores —una “expresión democrática del poder obrero y popular”—. El representante más a la izquierda de este nuevo poder era Roberto de la Cruz, secretario regional de la COB, la COR, y organizador de la resistencia armada.
La agencia de noticias Econoticias escribía lo siguiente: “nadie puede salir o entrar sin el permiso de las juntas vecinales. Todos comparten su propiedad, todo está bajo una autoridad común organizada. Otro estado con sus propias normas y códigos”. (15/10/2003).
El 16 de octubre miles gritaban: “¡Ha llegado el momento, guerra civil!” Pero Jorge Martín escribía correctamente: “Si la COB hubiera dado un paso adelante, el poder habría caído en sus manos, pero la realidad es que los dirigentes de este movimiento, incluso los más avanzados, no tienen una perspectiva clara de qué hacer con el poder”.
Y añadía: “A pesar de esto, es posible, que empujados por la enorme furia y determinación de cientos de miles de bolivianos que han dicho ‘¡basta ya!’, que ellos pudieran tomar el poder”. Podemos ver la vacilación incluso entre aquellos dirigentes que estaban más a la izquierda en una entrevista con Roberto de la Cruz.
Jorge Martín escribe: “La historia reciente de Bolivia es la contradicción entre la enorme capacidad de lucha de las masas y la debilidad política de su dirección”.

El 16 de octubre

El 17 de octubre el embajador estadounidense David Greenlee tuvo una reunión con Carlos Mesa, el vicepresidente de Goñi, que acababa de abandonarle. Necesitaban encontrar un mecanismo legal que les permitiera salvar el gas natural y el régimen.
La población estaba haciendo los preparativos para la batalla inminente y Jaime Solares hizo un llamamiento para enfrentarse a los tanques y ametralladoras. La manifestación era de masas. El 16 de octubre a las tres de la tarde había 60.000 personas, entre ellas Oscar vargas, el líder de los policías amotinados, y Guadalupe Cárdenas, dirigente de las esposas de los policías. El número de manifestantes aumentó hasta los 250.000. A esto deberíamos también añadir las personas de clase media que, en respuesta al llamamiento de Quispe y su sindicato, estaban en huelga de hambre protestando contra la represión y la venta del gas natural.
Sin embargo, al mismo tiempo, hombres enmascarados —asesinos— buscaban a los dirigentes obreros con el objetivo de asesinarles.
Se anunció que la COB, Mallku (Quispe), Evo Morales y Roberto de la Cruz habían alcanzado un pacto de solidaridad total para “profundizar la movilización, los bloqueos de carreteras y la huelga general”. Solares amenazó a aquellos dirigentes que se atrevieran a iniciar negociaciones y apeló a las masas para que consolidaran su bloqueo del palacio.
Mientras tanto, durante ocho horas, las masas avanzaban hacia el palacio mientras que los dirigentes intentaban contenerlas. Decían que debían esperar a los que todavía estaban llegando.
En realidad los dirigentes estaban divididos. Evo Morales, representante del MAS, planteó la idea de pedir apoyo para el gobierno de Carlos Mesa. Éste era el candidato que EEUU había elegido para salvar el régimen y los intereses de las empresas estadounidenses.
El 18 de octubre hubo una reunión de la dirección ampliada de la COB. Ahí, aquellos a quien Martín y Woods describen como “los dirigentes naturales por debajo de los dirigentes de la COB”, como Solares, demostraron su oposición: nada había cambiado realmente en Bolivia y la caída de Goñi debería ser el preludio y no el final.
Los dirigentes naturales de los que hablan Martín y Woods son aquellos que estaban por debajo de los dirigentes de la COB, como Solares, en cambio Oviedo nos dice que son Solares, Morales, Quispe, etc., Esta es una mentira descarada. Sin embargo, estos dirigentes que acababan de surgir de esta capa vieron las cosas claramente, aunque demasiado tarde.
Zuvieta reconoció que más allá de la caída de Goñi, el movimiento no tenía objetivos claros: “Ningún dirigente, ningún partido político había dirigido esta insurrección popular [...] no había una dirección unificada. La masacre de El Alto (20 de octubre) fue el detonante que inició el conflicto, pero después éste nos superó”.
El dirigente de los profesores de La Paz, José Luis Álvarez, explicaba que: “sin objetivos y sin una dirección revolucionaria, los trabajadores derramaron su sangre, pero no sólo por un cambio constitucional”. Uno de los dirigentes mineros dijo que era necesario “que la clase obrera tomara el poder junto con nuestros hermanos campesinos”. Álvarez insistió en que era necesario “construir un gobierno revolucionario de trabajadores y campesinos”.
Después descubrimos que las personas normales como Solares, que denunció “el modelo neoliberal y el capitalismo” ahora defendían, cuando tenía una COB “claramente revolucionaria”, la formación de un gobierno obrero. Expresaba la voluntad de la base, como los que en El Alto defendían que la COB “organizara la próxima batalla”.
Sin embargo, Solares dio un respiro a Goñi, mientras que Morales estaba viajando y Quispe estaba participando en una ambigua huelga de hambre —mientras sus hombres estaban andando por las calles de la capital con las armas en la mano llevando la insignia de la “política obrera”—.
Roberto de la Cruz es uno de los principales dirigentes de la COB y del movimiento obrero en El Alto. El 13 de noviembre declaraba a Econoticias que había sido un error frenar el movimiento después de caída de Goñi y que era necesaria una nueva insurrección popular.
En su opinión, Carlos Mesa es lo mismo que Goñi y que las reivindicaciones mínimas deberían tener como objetivo la derogación de la ley de hidrocarburos, de seguridad, el decreto 21.060 que abrió la puerta al neoliberalismo y el final del tratado ALCA de Bush. Ahora tenemos goñismo sin Goñi... y la policía está intentando arrestar a Roberto de la Cruz por su papel en los acontecimientos de febrero.
Debemos insistir no en que de la Cruz no estaba listo para hacer un llamamiento para derrocar a Mesa. Lo más importante es que este reconocido dirigente había denunciado a los oportunistas, desde Solares a Morales, que ahora apoyaban al gobierno, mientras que de la Cruz exigía que los miembros del gobierno fueran llevados a juicio por sus crímenes.
Mesa aceptó la tarea que le encomendó Washington, pero pidió un poco de tiempo para pensarlo. En un gesto teatral recibió a Solares, el dirigente de la izquierda de la COB en palacio. Y Solares frente a las cámaras de televisión dijo que no sabía que haría Mesa, pero que era necesario darle un margen de maniobra, una tregua para que pudiera organizarse. Por otro lado, Quispe se mantuvo a distancia de Mesa, se negó a alcanzar acuerdos, pero también... anunció un período de noventa días para que este último cumplir las reivindicaciones de los trabajadores y la población, incluidos los campesinos. También habló de la creación de un estado Aymara independiente, un estado de los indios del Altiplano.

Un partido revolucionario: la clave de la situación

Los trabajadores han jugado un papel magnífico, dirigiendo a la población en su conjunto. La conclusión de la reunión del 18 de octubre fue la necesidad de un partido revolucionario.
Esto sólo se puede conseguir basándose en la experiencia del pasado... en esa influencia trotskista que inspiró las Tesis de Pulacayo del movimiento sindical y encontrará a sus hombres “debajo de los dirigentes de la COB [entre] la capa numerosa de lo que se llaman líderes naturales de la clase obrera [...] dirigentes locales que se han ganado la confianza de los trabajadores y los compañeros por su honestidad, coraje y militancia. Ellos jugarán un papel crucial en la revolución. Están cerca de las masas y por lo tanto reflejan su espíritu revolucionario. Si estuvieran unidos en un partido revolucionario el futuro de la revolución estaría garantizado”.
Sobre los dirigentes Woods y Martín hacen estos comentarios pertinentes: “Roberto de la Cruz, el dirigente del sindicato de trabajadores de El Alto, está a la izquierda de Solares. Pero los trabajadores y campesinos están aún más a la izquierda que sus dirigentes [...] La guerra no ha terminado. ¡Acaba de comenzar! No será suficiente con derrocar a un presidente, sino a toda la oligarquía boliviana corrupta y reaccionaria que bloquea el camino al progreso”.
También insisten en que el internacionalismo es la clave para el triunfo de la batalla. Todo depende del eco que encuentre en los otros países de América Latina. “La revolución boliviana triunfará bajo la bandera del internacionalismo proletario, de no hacerlo así no triunfará en absoluto”.
“En todas partes [América Latina] vemos que la revolución está en el orden del día. Toda la región andina es como una pampa después de una larga sequía, una simple chispa puede provocar una conflagración. Todo lo que se requiere es un ejemplo valiente. Si los trabajadores de Bolivia o Venezuela tomaran el poder, toda la situación se transformaría completamente. ¡Pero es necesario un principio!”

La cuestión del POR

Muchos compañeros han hecho algunas críticas desde un punto de vista trotskista estrictamente ortodoxo. Dicen por ejemplo que las posiciones de Woods y Martín tienen como objetivo demostrar la necesidad de un partido nuevo e independiente, mientras que en Bolivia lo que hace falta es reintegrar al POR en su posición histórica como “partido revolucionario”.
Esta opinión a nosotros nos parece demasiado esquemática. El POR perdió la autoridad que tenía en el pasado después de la revolución de 1952 y gracias a la visión formalista que desarrolló Guillermo Lora en ese período, y que empujaron fuera de la organización a los mejores cuadros obreros, ahora parece un cascarón vacío, un nombre del pasado. En el último movimiento, los dirigentes de los profesores de La Paz, militantes del POR, a las cuarenta y ocho horas desconvocaron la huelga. Los otros trabajadores no comprendieron esto. Para estos trabajadores, como subrayan Woods y Martín, la tradición trotskista se remonta a las Tesis de Pulacayo, que han permanecido vivas y se manifiestan en las reacciones “espontáneas” de la clase.
Esta es la razón por la que a nosotros nos parece que el escenario más probable será el de un nuevo partido obrero, forjado en la lucha, que encontrará en el pasado boliviano el programa y tradición revolucionaria que caracterizaron en su momento al POR.
Otra cuestión: ¿es necesario adoptar de nuevo la vieja consigna de “todo el poder a la COB”? Esto en realidad, en el pasado, representaba el doble poder, Lora y sus compañeros eran bastante hostiles a ella. Seguramente hoy, en El Alto, o en algunas minas, esto sería posible. ¡Pero aquellos que quieren al mismo tiempo la COB como doble poder y al POR como el partido dirigente están soñando despiertos! ¡La vida misma dilucidará esta cuestión!

Diciembre 2003

*Michel Wattignies es el pseudónimo de Pierre Broué

agrega un comentario


Y ya termino la primera?
Por Y acá tenemos a D´Elia - Wednesday, Jan. 14, 2004 at 11:58 AM

Avisen che, que uno se cree que esta en la primera revolución y ya empezó la segunda... como pasa el tiempo.

agrega un comentario


La repuesta esta en la preguntta
Por Ale. - Friday, Jan. 16, 2004 at 1:53 PM

Todo este espacio para responder ,Que?

agrega un comentario


cutinaycucama
Por anqasñawi - Friday, Oct. 08, 2004 at 8:34 PM

proletariado? POR? COB? Me sorprende lo pocos que hemos aprendido de la historia

agrega un comentario


viva la revolucin boliviana
Por carlos - Saturday, Jun. 11, 2005 at 4:20 PM

a todos los socialistas de argentina hay que estar preparado para apoyar a bolivia hasta con las armas no debe haber paso atras la presion debe seguir la propaganda , musica,bolantes. llamar a la insurrecion .

agrega un comentario