Julio López
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Sobre el cuco y los reyes magos
Por El mango del hacha - Sunday, Jul. 14, 2002 at 9:12 PM
hacha106@hotmail.com FM 106.3 - Santa Fe

Había pensado un montón de volteretas, en sofisticados circunloquios para evitar tu cara de sorpresa, tu gesto de qué es lo que este tipo está diciendo, pero no, te lo voy a decir sin preámbulos, así, derecho viejo: Menem es como el cuco, Menem es como el hombre de la bolsa, es como un fantasma. Ya sabés como es eso: si no tomás la sopa…….

Y Menem es como el cuco, como el hombre de la bolsa, o como un fantasma, porque al igual que esos imaginarios infantiles Menem da miedo, da casi terror, asusta y mucho. Pero más que nada es como ellos porque exactamente igual que ellos Menem no existe, es una fantasía puesta ahí para aterrar, muy útil para que hagas los deberes, para que no molestes a la hora de la siesta.


La metáfora no es para nada exagerada. Los políticos de la trenza nos tratan como a chicos, nos mienten una sarta de imaginerías para ponernos en vereda, precisamente en esta vereda en la que ellos hacen sus chanchullos que nos cuestan tan caros. Fijate, que en un apenas par de semanas nos inventaron un rey mago y salieron en afinado coro a convencernos de que Reutemann era el salvador que nos hacía falta.


En apenas dos semanas, han fortalecido la idea mentirosa de que Menem puede convertirse en el futuro presidente elegido por el voto popular, pusieron ahí al cuco para que te asustes, armaron la escenografía para aterrorizar. Los datos, cualquier dato que se tome, desmiente que pueda tener alguna posibilidad cierta, pero los datos no importan, las fábulas no necesitan ser probadas, apenas tienen que ser repetidas lo suficiente para que se conviertan en verdad. De más está decir que el haber instalado esta fábula le viene muy bien al propio Menem, que consigue así inmunidad política para no ir preso, pero más verdad es que le viene todavía mejor a la trenza política, a los que gracias a él se convierten de pronto en los menos peores por aquello de yo o el cuco, a los que aspiran a convertirse en rey mago.


Sea como sea, han instalado la fábula. En estos últimos días nos hemos encontrado con muchos que al mismo tiempo que afirman que “al turco no lo voto ni loco”, sostienen con la misma convicción que puede llegar a ganar en una elección popular. Parece contradictorio, pero no lo es tanto. En el mundo de los cuentos infantiles que los políticos de la trenza nos cuentan, los personajes pueden dedicarse a desafiar las leyes de la historia, a caminar por los bordes, a dar saltos mágicos, a hacer posible lo imposible. La realidad es por suerte más estricta y, digámoslo de nuevo, en la realidad Menem es apenas como el cuco: asusta, pero no existe.


No está de más revisar algunos datos. Cualquier encuesta más o menos seria muestra que Menem no ha podido todavía superar el 7 % de la voluntad de voto, y los analistas verifican un techo de crecimiento inviolable, dibujado por el justo odio que el ex presidente concita en la mayoría de la población. Muchos rebaten estos números pensando en una estrategia con escalas. Si se impusiera en las internas usando el peso del aparato partidario – razonan - arrastraría después el resto del voto peronista. Sin embargo, una encuesta realizada una semana atrás y publicada en el diario La Nación, sostiene que apenas el 20% del electorado decide su voto por disciplina partidaria y que de ese 20% sólo el 23% se considera disciplinado al Justicialismo, o sea que en resumidas cuentas, solo el 4,6% de los votantes votarían a cualquier candidato que presente el partido que actualmente gobierna. Poca cosa si se lo mira bien.


Sin embargo hay un dato todavía de más peso para subrayar la inviabilidad política de cualquier proyecto menemista con Menem. Para la mayoría de los banqueros y de los empresarios que manejan los hilos de la trenza política, el tipo es apenas funcional como cuco, como fantasma, como amenaza. Saben que es un elemento demasiado irritativo que podría traer más problemas que soluciones, porque aunque consiguieran a fuerza de plata, de engaños y de trucos electorales, imponerlo como presidente, unificarían un frente opositor que convertiría al país en ingobernable, todo lo contrario de lo que ellos pretenden: un país al que puedan seguir saqueando sin molestas movilizaciones opositoras. Por eso mismo, el gran dueño del circo, el amo del norte, el presidente del mundo George Bush, le negó la foto que Menem fue a buscar, le negó el apoyo del imperio que lo necesita como fantasma pero que no tiene entre sus planes el de arrimar un fósforo encendido al barril de pólvora en el que se ha convertido la Argentina.


Claro que todo esto no es nuevo. Los tipos son expertos en la fabricación de fantasmas, en reemplazar rápidamente su menguante poder real con artilugios del más allá. Durante el gobierno de Alfonsín, el cuco era el golpe militar. Por aquellos días te decían ojo con salirte del corralito de esta democracia hecha a la medida de los dueños del capital, ojo que si no se vienen los milicos, ojo que somos lo mejor de los peores. El mecanismo se repite como un calco, apenas los personajes de la fábula han sido renovados, apenas estamos ante una adaptación como las que se hacen recurrentemente con las películas taquilleras.


Mirándolo así, desde ese punto de vista, decir que Menem no existe puede ser un poco exagerado. Menem existe como cuco, como amenaza latente que puede abrir el camino de algunos de los tantos neomenemistas que andan paseando por ahí sus discursos maquillados. Reutemann, sin ir más lejos, con el ágil movimiento de cintura de la semana pasada, se esforzó en diferenciarse de Menem, justamente porque ser distinto a Menem es ahora casi una medalla para exhibir con orgullo. Así, de golpe, y gracias a que el Menem cuco está ahí como fábula para consumo masivo, Reutemann puede intentar que te olvides que él es apenas un miembro de su trouppe, que sus galardones son en realidad haber regalado el banco provincial a los hermanos Rohm – conocidos narcolavadores amigotes de Menem – haber regalado el negocio del agua por cero pesos, haber gobernado una de las provincias que más sufren el flagelo de la desocupación que nos dejó el menemismo del cual el gobernador Reutemann fue parte.


Pero hay más. Ahí está Macri en la lista de espera, uno de los herederos de los negocios del menemismo, y está De la Sota – otro de sus socios en la década infame de los 90 - y allá al final está Elisa Carrió, que tendrá que demostrar todavía hasta dónde está dispuesta a enfrentar a la vieja política que con justicia denuncia, hasta dónde está dispuesta a denunciar la trampa electoral en la que pretenden meter al pueblo, hasta dónde está dispuesta a no ser parte.


El Menem cuco, el Menem fantasma, el único realmente existente, es una trampa para incautos, un instrumento en manos de la trenza política para cambiar la consigna, para torcer los objetivos de la lucha que tuvo su pico en diciembre pero que sigue viva en las luchas del pueblo, para que la justa exigencia de que se vayan todos termine reducida a la casi ridícula súplica de que no venga Menem.


Si lo logran, estaremos un poco más jodidos, así que estate atento.



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