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TRES MIL MUJERES RUMBO AL PUTUMAYO PARA PROTESTAR CONTRA LOS EFECTOS DEL PLAN COLOMBIA
Por Yolanda Rodríguez* - Tuesday, Dec. 02, 2003 at 10:28 AM

*Yolanda Rodriguez, torrelaveguense, desarrolla diversos programas de solidaridad en Colombia y ha sido observadora internacional en esta movilización.

TRES MIL MUJERES RUMBO AL PUTUMAYO PARA PROTESTAR CONTRA LOS EFECTOS DEL PLAN COLOMBIA



30-11-03 | 18:36 |
http://www.otrarealidad.net/opinion/tribunas/

El 25 de noviembre de 2003, Día Internacional del No a la Violencia contra las Mujeres, estuvimos allá. Cerca de tres mil mujeres de todos los puntos de Colombia nos movilizamos solidariamente para acompañar a nuestras amigas del Putumayo. Y con ello le decimos a Colombia y al mundo entero todo lo que la errada política antinarcóticos de este país está haciendo con el cuerpo y la vida de las mujeres de diferentes regiones.
La movilización la tenemos prevista desde hace más de un año, desde antes de reunirnos más de 40.000 mujeres en la plaza Bolívar de Bogotá y luego de ver como las aspersiones aéreas de glifosato están acabando con una de las zonas de mayor biodiversidad del mundo. Además de afectar fuertemente de mujeres, niños y niñas, adultos mayores y hombres, las fumigaciones han aumentado el proceso de deterioro social y familiar que se inició con el abandono estatal, con la posterior llegada de los narcotraficantes y que se intensificó con la entrada de los actores armados.
Entre todos y disputándose sin freno el territorio han convertido a esta zona del sur en una de las más deprimidas con mayores niveles de necesidades básicas insatisfechas del país. Índices de cubrimiento en salud y educación que están entre los más bajos de Colombia y cifras de violencia que compiten con las de cualquier capital metropolitana.
Nuestra posición se basa en la búsqueda de políticas alternativas para enfrentar la industria del narcotráfico, porque no se trata, indiscutiblemente, de atacar el eslabón más débil de la cadena. No estamos de acuerdo con que la economía y sistema social de ninguna de nuestras regiones se base en la producción de cultivos de uso ilícito, sabemos también de los impactos tan negativos, sociales, económicos y culturales que eso trae a cualquier región, pero tampoco estamos de acuerdo con salidas crueles, facilistas, costosas e ineficaces como la de las fumigaciones.
Además de dañar irreparablemente las tierras, las formas de vida, los cultivos de pancoger (cultivos de subsistencia), y a los seres humanos, terminan convirtiéndose en un problema mayor que el que pretender evitar. Hay otras salidas, construidas desde la misma sociedad civil, más efectivas, nacidas desde una visión diferente del desarrollo y desde el profundo respeto por una comunidad de lugareños/as que han tenido muy pocas ocasiones para una vida digna y con calidad.
Quienes están allá son colombianos colombianas, muchas y muchos firmaron pactos de erradicación manual y progresiva, otros y otras nunca han cultivado coca, sin embargo han visto como sus cultivos de pancoger han sido arrasados, comos sus hijos e hijas, los ancianos y ancianas han sido dañados. Algunos han perdido la vista por mirar al cielo cuando la avioneta fumiga su pequeña tierra, otros sufren de infecciones respiratorias agudas y muchos miran impotentes los estragos en la tranquilidad y en los cuerpos de sus niños y niñas.
Por eso estuvimos allá, para decirles a nuestras compañeras putumayenses que dos, tres, cientos, miles de mujeres creemos que el putumayo, Nariño, Cauca, Caquetá, Magdalena, Sur de Bolívar, todas las regiones del país que se han visto presionadas y sufren las consecuencias de ser territorio de disputa, merecen que el Estado colombiano y su sociedad civil las miren de otra forma, que sus mujeres merecen ser tratadas dignamente, que sus hijos e hijas merecen todas las oportunidades. Por eso estuvimos allá este 25 de noviembre.


ALGUNAS CIFRAS Y DATOS

El Putumayo limita al norte con los departamentos de Cauca y Caquetá , al sur con Perú y Ecuador, al oeste con Nariño y al este con Amazonas. Su extensión es de 24.885 km cuadrados y hace parte de la región amazónica colombiana. En el 2002 contaba con una población de 350.705 habitantes, 67% en el área rural y cerca del 33% en las cabeceras urbanas. Cerca del 9% son indígenas de 14 comunidades originarias.
Los índices de necesidades básicas insatisfechas y pobreza del Putumayo están entre los más altos del país, mientras que el promedio de pobreza nacional está en el 37,6%, en el Putumayo supera el 79%. En servicios básicos hay un cubrimiento de acueducto del 49%, alcantarillado un 45%, y de energía eléctrica del 58%.
En educación los datos son muy poco alentadores. Solo se encuentra escolarizado en torno al 50% de niños y niñas en edad escolar (3 a 16 años). El índice más bajo lo ostenta la población preescolar, con cerca del 14%, luego la básica secundaria y media con un 33%, y la mayor cobertura está en la básica primaria. Se ha comprobado de que de 100 niños que ingresan en primero, sólo 25 llegan a 5º grado. La tasa de cobertura en educación superior llega a un escaso 3%, la tasa de analfabetismo es del 11%, y la deserción escolar del 10%.
En cuanto a salud el departamento del Putumayo se encuentra varios puntos por debajo del promedio nacional en relación con el régimen subsidiado. Mientras en todo el territorio el índice supera el 68%, en el Putumayo llega a un poco más del 52%. La carencia en los servicios de salud toma mayores proporciones en las áreas rurales, donde por hostigamiento de los grupos armados se han visto afectadas las misiones médicas.
ALGUNOS TESTIMONIOS

Al Sur llueve tristeza…..
Las mujeres cuentan como la violencia ha ido aumentando progresivamente. La muerte ronda a su alrededor, y amenaza con acabar con la esperanza que les queda:

“ El paisaje de La Hormiga es como para sentarse a llorar, sólo están los troncos, las lomas quemadas, parece que le hubieran echado candela…, a mí me da tristeza mirar eso, porque una cosa es oir y otra mirar, dicen que el Putumayo se va a convertir en el desierto más grande de Colombia…”.

“Las fumigaciones no sólo arrasan la coca, arrasan con todo, hasta las casas las fumigaron, y eso queda un líquido blanco, fumigaron hasta los estanques, .., yo, como mujer, me sentía culpable por haber cultivado coca y luego ver las montañas y todos los árboles acabados, yo me preguntaba porqué tenían que pagar los árboles por las cosas que una hace, pero yo pensaba que si el gobierno antes de las fumigaciones hubiera entrado a negociar con los campesinos tal vez no hubiera sucedido eso.., si el gobierno le hubiera preguntado a la gente que es lo que quiere o que es lo que necesita, pues nos hubiéramos ahorrado todo esto..”.

RUTA PACÍFICA DE MUJERES CONTRA LAS FUMIGACIONES

Hoy se viven enormes cambios en el sur de Colombia, cambios políticos, sociales y económicos experimentados por la inserción plena de la economía de los cultivos de uso ilícito (coca) en el contexto del conflicto armado y de la política antinarcóticos impulsada por el gobierno colombiano a través del Plan Colombia. Este nuevo escenario tiene profunda incidencia en la vida de las regiones productoras, como transformaciones en el poder regional y local en el marco de la guerra, nuevas tensiones con el gobierno central, la fuerte intervención de la política antidrogas de los Estados Unidos, y, por supuesto, los efectos que sobre la población y específicamente sobre las mujeres tiene el recrudecimiento del conflicto en la región.
Son las mujeres del Putumayo, Cauca, Nariño, Valle, Caquetá, Huila y otras regiones del sur del país, las que con mayor intensidad sufren el desplazamiento, el daño físico, psicológico y ambiental de las diversas violencias: retaliaciones por el modo de amar, asesinato de mujeres por ser novias, amigas, amantes, hermanas de policías, soldados, guerrilleros o integrantes de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia, paramilitares), escarnio público por el modo de vestir, pérdida del derecho a circular libremente por las calles, barrios y veredas, asesinatos selectivos catalogándolas como auxiliadoras de uno u otro bando, mujeres de todas las edades violadas por los distintos actores armados, desplazamientos internos y externos, toma de las viviendas por parte de los actores enfrentados en el conflicto para convertirlas en sede de operaciones, prohibición de recoger, velar y enterrar a sus muertos, cierre de escuelas y colegios sobrecargando el trabajo doméstico de las mujeres. A todo lo anterior se suma el agravante de las fumigaciones y los efectos en su salud y en la de sus familias y aun así, bajo las distintas manifestaciones de resistencia, son las que soportan las familias en los momentos más críticos del conflicto. Esta violencia repercute, además, sobre el desarrollo de los pueblos, favorece la desaparición de tradiciones y saberes, y en general deteriora las posibilidades de forma de vida digna para toda la humanidad.
La economía de guerra significa más mujeres pobres en Colombia, menos posibilidades de participación, mayor desempleo y el recorte a todos los programas sociales que han sido conquistas del movimiento social de mujeres en la búsqueda de los derechos que hoy continuamos reclamando.
Las mujeres de Colombia no parimos ni forjamos vida para la guerra. Urge el desarme de los cuerpos y de los espíritus. No queremos más soluciones armadas. Requerimos respuestas civilistas a los conflictos sociales y armados. La militarización de la vida en la ciudad y en el campo y las fumigaciones solo conducen al recrudecimiento de la violencia y a la presencia de nuevos actores de la guerra.



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