Julio López
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¿VOTAR O NO VOTAR? (tercera parte)
Por COLECTIVO: NUEVO PROYECTO HISTORICO - Monday, Sep. 30, 2002 at 4:59 AM

La clase obrera que vota a un representante del capitalismo es porque precisamente asume, acepta y aún reclama ser la contracara de la relación capitalista. Ser un proletario.

COLECTIVO: NUEVO PROYECTO HISTORICO (NPH)

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¿Votar o no votar?

(tercera parte)

 

3.- ¿Y la clase obrera porqué votaría a Menem, Rodríguez Saá o cualquier variante capitalista?

 

Si bien la materia no hace conciencia "per-se", continuemos con la perspectiva de hacer foco en la base material de la existencia. Que si bien no es el único elemento para explicar el voto a un capitalista, nos será metodológicamente de gran ayuda.

La clase obrera que vota a un representante del capitalismo es porque precisamente asume, acepta y aún reclama ser la contracara de la relación capitalista. Ser un proletario.

Una clase es lo que produce, lo que piensa, lo que actúa, lo que consume.

Desmontar la aceptación de formar parte de la clase fabril ocupada que confía en cualquier coalición o partido capitalista no es solo una tarea ideológica, sino fundamentalmente material. Y la fuente constitutiva como clase proletaria es su lazo social dependiente del capital, su aferrarse a ser un trabajador asalariado evitando el peor de los mundos: ser un ciruja o un desocupado.

El concepto del trabajo como deudor del capital debe ser desmontado. No basta con decir que el capital sin trabajo no es nada. No basta con sembrar los rudimentos del concepto de plusvalía que impulsen el odio de clase.

Es en la condición de trabajador donde el campo de la revolución no debe ceder a la lógica de la reproducción del capital. Reproducción que en el pos-fordismo tiene como tarea esencial tomarse el trabajo de destruir trabajo mientras exprime a los que tienen trabajo. Tarea que une en un mismo proceso: ascenso o restitución de la tasa de ganancia, disciplinamiento de los asalariados y asistencialismo de los desocupados.

 

4.- ¿Trabajo digno?

 

¿Desde cuando los revolucionarios defienden la esclavitud salarial?

El sistema entra en crisis periódica, en última instancia, porque lo que entra en crisis es la ley del valor. El empleo por un salario es la esencia de los descalabros mercantiles. Y el sistema capital-parlamentario resulta el articulador-consensual disciplinador-vigilante, de un sistema basado en transformar la energía humano en valor y el valor en ganancia privada.

Es cierto que la sociedad posfordista lo ha conplejizado todo. Es cierto que la valorización financiera actúa como pseudo-independizada del trabajo vivo.

Es cierto que la clase obrera sin comportamiento antagonista aspira a volver al lazo social de la explotación masiva. Pero en la actualidad la economía posfordista se sostiene justamente entre dos polos: la hiper-desocupación y la hiper-expoliación. Posfordismo como estrategia adoptada por el poder para evadir la socialización de las experiencias revolucionarias fabriles de los años '70 y las luchas sindicales de los años '80. Y como estrategia del capital aplicando los nuevos recursos tecnológicos para aumentar la producción, el plusvalor y sus ganancias.

Sólo cuando la innovación tecnológica aplicada a una dotación de obreros supera los niveles de plusvalor de la tecnología anterior se la reemplaza. Pero con su reemplazo también sobran la mayoría de los trabajadores que operaban los medios técnicos obsoletos. Aquí comienza el ciclo posfordista de más tecnología- ganancia-despidos-, que lleva a la sobreacumulación-crisis-mas despidos. Y así sucesivamente.

¿Es culpable la microelectrónica, la robótica y la informática de la desocupación? No. La responsable es la apropiación privada de la producción en manos del capitalista que desocupa empleados para incrementar, mantener o recobrar sus ganancias.

¿Un mejor salario es posible? El límite del aumento del salario está dado por el valor de la mercancía fuerza de trabajo. Mercancía que tiende a la baja para sostener el sistema. La sociedad del trabajo para perdurar está llegando a límites insostenibles. Cierran este ciclo: obreros rentables posfordistas de trabajo inmaterial, sub-proletarios viviendo en los límites de la subsistencia y desempleo de masas estructural, sistémico y permanente.

En los últimos 15 años se producen en períodos cada vez más cortos, picos altos de producción y plusvalor, con su correlato del aumento en los papeles del circuito financiero y, abruptas caídas de la producción y la ganancia, con su correspondientes cracs bursátiles.

Mientras tanto, ante los primeros indicios de crisis se producen las reducciones salariales y los despidos como modo desesperado de recobrar la tasa de ganancia perdida por la imposibilidad de venta de los productos y la inelasticidad ad-infinitum de las burbujas especulativas.

Si de este modo no se retoma el crecimiento ganancial el sistema debe recurrir a la destrucción de las fuerzas productivas de sus competidores locales e internacionales. Bancarrotas y guerras son los modos paradigmáticos del sistema. Entre tanto, se aguarda que nuevos avances técnicos extraigan en menor tiempo que en el ciclo anterior que colapsó, mayores tasas de plusvalía.

Caso contrario, sin innovación, el ciclo vuelve a encontrar más prontamente su límite que en la fase anterior.

Esto explica porqué no hay vuelta atrás a una economía fordista de pleno empleo como modo hegemónico de producción capitalista. Para obtener mayores ganancias hace falta más tecnología que expulsa más trabajadores, exprimiendo cada vez más a los que conservan su trabajo. Tecnológia-ganancia-expoliación- desempleo, en definitiva el posfordismo es el modo en que se expresa en la actualidad la ley del valor.

Es por todo esto, que ningún sistema que esté basado en el salario, provenga este del capital-parlamentarismo o de las mejores intenciones de la economía planificada, puede resistir la prueba de la historia de la reproducción ampliada de la valorización del trabajo devenido mercancía y salario, que lo lleva a confrontar con los propios límites que ya identificó en su desarrollo la humanidad.

Sobreacumulación productiva. Para aplazar la crisis, valorización financiera a través del endeudamiento de los estados.

Deudas internas. Inyección de capitales para sostener deficits crónicos de las economías salariales.

Deudas externas. O remesas de trabajo vivo en su forma dineraria.

Desarrollo de mercados especulativos de opciones y futuros que apuestan sobre la base de un trabajo futuro que nunca se va a realizar.

Desplazamiento de la mano de obra excedente. Reducción del consumo de las mayorías. Incorporación de nuevos avances técnicos para retomar la tasa de ganancia. Expulsión de más obreros y así, hasta que el mundo del trabajo (ocupado o desocupado) enfrente esta lógica antagónica de una sociedad basada en el trabajo.

No es una cuestión adjetiva: trabajo digno o indigno. Sin romper con la significancia del concepto del trabajo el movimiento revolucionario se muerde la cola. Ofrece a la clase obrera como proyecto material el mismo que es la base del fracaso de la actual civilización. El trabajo.

El empleado salarial renunciando a la confrontación y, solo teniendo para vender su fuerza de trabajo, deposita su voluntad en una variante capitalista que le promete el mismo premio que le ofrece buena parte de la izquierda: Basta de cirujeo, basta de planes de jefas de hogar ¡Por fin un trabajo "digno"!

No es solo por una cuestión moral que se lucha contra el trabajo. Base de la injusticia para que una parte de la sociedad goce de la vida expropiando la energía ajena devenida riqueza.

Porque compañeros, a no olvidarlo, el capital es trabajo acumulado. El trabajo es el mayor robo social a escala planetaria. La desocupación es su inherente contracara criminal. Y la legalización de este dispositivo extractivo de la más pura energía humana demanda para su sostenimiento todo el poder del estado.

El trabajo es la sujeción sistémica que realiza el asalariado a cambio de entregar su vida.

No es solo por una cuestión ideológica que se lucha contra el trabajo. La alienación a la que está sometido el trabajador es cosificante e inhumana.

Es fundamentalmente por los límites materiales infranqueables de una humanidad sostenida en el trabajo que combatimos al capital. Y no que combatimos al capital porque no produce trabajo. Todo sociedad basada en el trabajo, ahora o después del capitalismo, está condenada al fracaso.

La sociedad estructurada sobre la base del trabajo está condenada a las crisis recurrentes. Colapsos periódicos, guerras, hambrunas, expoliación, exclusión, miseria y muerte, nos relevan de mayores comentarios.

 

Salud y libertad.

 

NPH.-

 

Próxima entrega:

 

5.- ¿Porqué no romper lisa y llanamente con las elecciones?

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