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¿VOTAR O NO VOTAR? (cuarta y última parte)
Por COLECTIVO: NUEVO PROYECTO HISTORICO - Tuesday, Oct. 01, 2002 at 5:30 AM

El reemplazo del capital-parlamentarismo provendrá del contrapoder construido previamente en la era capitalista. Autogestión, control obrero, cooperativismo. Entrecruzamientos de alianzas y disputas, de triunfar el anticapitalismo, devendrán en potencia constituyente antisistémica, es decir, anti-salarial.

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¿Votar o no votar?

(cuarta y última parte)

 

 

5.- ¿Porqué no romper lisa y llanamente con las elecciones?

 

Votar a los candidatos oficialista u opositores. Votar por una asamblea constituyente, con poder, o libre y soberana, aún impulsada y arrancada por las fuerzas del antagonismo, no niega que se sigue participando del proceso electoral sistémico.

Pero una cosa es participar. Y otra es convalidar este proceder.

No convalidarlo es construir contrapoder de manera permanente y ampliada. Es no depositar de manera definitiva en ningún diputado la soberanía de la multitud.

Es conquistar palmo a palmo nuevos territorios en manos del adversario.

Es prepararse para tomar nuevos espacios que solo se podrán ampliar y sostener con la construcción multitudinaria de nuevas relaciones sociales de propiedad y consumo comunitario.

Es efectuar en la práctica antagonista, autonomista y fraternal el acoso al capital-parlamentarismo. Es defenderse atacando. Es colaborar con los ritmos y disposición de la multitud para efectuar su batalla definitiva contra el poder.

No nos quedamos inmóviles. Ningún sistema cayó como fruto maduro. Pero no podemos reemplazar a las mayorías. Sin ellas en acción, la desaparición del capital-parlamentarismo no puede producirse.

El reemplazo del capital-parlamentarismo provendrá del contrapoder construido previamente en la era capitalista. Autogestión, control obrero, cooperativismo. Entrecruzamientos de alianzas y disputas, de triunfar el anticapitalismo, devendrán en potencia constituyente antisistémica, es decir, anti-salarial.

Una nueva sociabilidad construida desde sus cimientos y protagonizadas por la propia multitud. Fundando con su práctica nuevas relaciones de autovaloración generalizadas. De lo contrario, toda toma del poder, es sólo una revolución en las alturas, que recreará una nueva clase gobernante que someterá al pueblo al trabajo asalariado en nombre de la revolución.

El movimiento antagonista no quiere ninguna renovación de elencos políticos. No quiere, pero no alcanza con solo antagonizar, autonomizarse del poder dominante y denunciar al capital-parlamentarismo. El poder no abandonará la escena, sino contra su voluntad. Y ante una voluntad multitudinaria devenida potencia constituyente. El contrapoder no puede imponerse al sistema mientras no sea el contrahegemónico.

Desde que el sistema capital-parlamentario se ha solidificado, aquí y en las democracias avanzadas, tiende a una curva decreciente en el consenso brindado por la voluntad popular.

El capital parlamentarismo está dispuesto a gobernar con una fuerza que tenga el 30 o 40 por ciento de voluntades a su favor. Francia, Alemania, Colombia y la provincia de Santiago del Estero así lo atestiguan.

El poder no ha encontrado, desde que el capitalismo es el modo de producción hegemónico, una mejor variante de dominación que la democracia. La Argentina no es la excepción.

Denunciar este sistema, construir contrapoder, antagonizar con las fuerzas del orden será una práctica permanente hasta el día en que los pueblos se autogobiernen.

La porción de la sociedad que trabaja en el posfordismo es cada vez más escasa. Esta porción de sociabilidad dominante mayoritariamente irá a votar. Los sectores dominantes utilizarán las próximas elecciones como dispositivo consensual y disciplinador de la futura acumulación, que para sobrevivir, necesita el capitalismo a escala local y universal.

¿Será un gobierno débil? Sin dudas. Pero tendrá el poder que le otorgue la voluntad libremente expresada de millones de argentinos.

La no participación en ninguna variante electoral no es una cuestión de adjetivos. Sabemos que el sistema capital-parlamentario es injusto y, desarrolla en la actualidad una guerra civil encubierta contra los sectores populares.

¿Pero posee el entramado contestatario y antagonista la densidad social suficiente para constituirse ya en un efectivo contrapoder político?

Por el momento no. Habrá que redoblar los esfuerzos. Sin dudas que la multitud aprendió en estos nueve meses más que en la última década acerca de la bestialidad del sistema capitalista. Pero aún no han decidido efectuar una operación que debe ser simultánea para resultar efectiva: el éxodo electoral y la instauración constituyente de un poder popular anticapitalista.

Por el momento hay éxodo. Movimientos que intentan reconstruir lazos sociales y económicos por fuera de la lógica posfordista. También hay confrontación política. Se invalidan la institucionalidad parlamentaria y sus fuerzas represivas. Pero todavía no hay dualidad constituyente generalizada.

Aún no se han constituidos los sujetos antagonistas en un poder constituyente de masas. Que dispute de igual a igual la lógica capitalista en todas sus líneas: la representación parlamentaria y la producción salarial.

El estrategismo, es la estrategia escindida de la táctica.

Si bien hay sectores que han iniciado el auto-exilio del capitalismo subsumiendo táctica con estrategia. La multitud comprende que no puede refugiarse en ninguna ciudadela antisistémica de manera permanente. De allí se desprende que deberá enlazar su práctica con las tácticas más propicias para arribar a su objetivo estratégico: la modificación de la sociedad humana en su conjunto.

El estrategismo consuela conciencias, se propagandizan los fines últimos del proyecto y, se decide a no participar en las elecciones hasta que las masas arriben a la estrategia señalada por la vanguardia.

Este procedimiento opera por fuera de la lucha, por fuera del presente, por fuera de la vida. No colabora en modificar la realidad cotidiana en un contexto harto complejo en que hoy se da la batalla humana. Combate que se desarrolla en todos los campos: el sistémico, el de las nuevas formas de sociabilidad híbridas, en los afectos y vanidades y en el político parlamentario o asambleario.

El principismo es la pareja por excelencia del estrategismo. El principismo es la perversión de los principios. Es la estrategia escindida de la táctica. Los principios más allá de la correlación de fuerzas. Porque compañeros, ya lo sabemos, el poder, la violencia y la fuerza que del emana, todavía son ejercidos ampliamente por el sistema. Caso contrario, la correlación de fuerza sería favorable para el campo de la revolución y otras serían las tareas a desarrollar.

El movimiento antagonista da la lucha en todos los frentes y con todas las herramientas a su alcance. Partidos de izquierda. Asambleas barriales. Piqueteros. Colectivos contraculturales. Okupas. Personalidades destacadas comprometidas con un cambio radical.

La organización política clasista está llamada a jugar un rol destacado sobre los despojos de la sociedad fordista. Y deberá calibrar su táctica para operar en los lazos desintegrantes a los que arribó la ley del valor en la era posfordista. El movimiento piquetero y los asalariados del trabajo inmaterial son nuevos desafíos. Una izquierda creativa deberá encontrar los modos de intervención pertinentes para confluir con estos nuevos sujetos sociales.

Las asambleas okupas contienen colectivamente a un conjunto de clases y fracciones sociales de la otrora compacta clase media y obrero-fabril fordista.

Los movimientos sindicales reformistas como la CTA vehiculizan a lo que queda del empleo de cuello blanco del estado.

Los partidos sistémicos de la centro-izquierda se moverán pendularmente entre un jacobinismo verbal y la real-politic.

Cada uno de estas formas de organización: Partidos. Asambleas. Piquetes. Cada forma de lucha: Okupasiones. Elecciones. Acciones directas. Configuran diferentes modos de intervención en la compleja selva de sociabilidades en que se ha constituido la república Argentina. Actúan como posiciones móviles de combate frontal, líneas de fuga de la lógica de la representación y autonomización productiva paradojal.

La operación rearticulatoria solo podrá provenir de la irrupción insurreccional de la multitud con una nueva marea humana como en diciembre pasado. Que coagulará en un tiempo fundante las prácticas y subjetividades opositoras y antagónicas que aún permanecen separadas, que tienen de su lado la potencia creativa, pero que todavía carecen de una homogeneidad cuantitativa desafiante.

Autonomía, antagonismo y fraternidad.

Salud y libertad.

NPH.-

 

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