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Esquel: Hacinamiento mapuche en la ciudad.
Por Patán Vuelve - Sunday, Feb. 23, 2003 at 7:51 PM

Oficialmente en Esquel de los mapuche se habla poco, sólo se promociona su arte – expresado en el telar, la platería o la cerámica – y se ofrece conocer la pintoresca pobreza de las comunidades cercanas (qué mejor que ver a un mapuche en su hábitat...), porque al parecer sólo pueden vivir en el campo. Sin embargo más del 60% de quienes habitan esa ciudad son mapuches, aunque el rostro indígena se ve en los barrios.

Mauro Millán, werken mapuche
“LA GENTE ESTÁ HACINADA Y EL ESTADO TRATA QUE SE MANTENGA ESTA SITUACIÓN”

Esquel es el centro urbano más importante de la cordillera chubutense, tanto por las 30 mil personas que allí viven, como por albergar varias reparticiones provinciales y por los servicios que presta al turista. Allí al visitante se le habla de los hermosos bosques, ríos y lagos cordilleranos; de los famosos bandidos norteamericanos Butch Cassidy y Sundance Kid, que asolaron la región; también de la colonización galesa y el desarrollo de su cultura en el Valle 16 de Octubre. De los mapuche se habla poco, sólo se promociona su arte – expresado en el telar, la platería o la cerámica – y se ofrece conocer la pintoresca pobreza de las comunidades cercanas (qué mejor que ver a un mapuche en su hábitat...), porque al parecer sólo pueden vivir en el campo. Sin embargo más del 60% de quienes habitan esa ciudad son mapuches, aunque el rostro indígena se ve en los barrios. (Barrios como Ceferino Namuncurá nacido en 1937 tras el desalojo de las comunidades asentadas en el Boquete Nahuelpán.)
Por momentos en esa ciudad se percibe como algo natural que pobre y mapuche sean sinónimo. Contra esa percepción y por el respeto de sus derechos hace más de una década se formó en Esquel la Organización de Comunidades Mapuche Tehuelche ’11 de Octubre’. Caldenia entrevistó a Mauro Millán, werken – vocero – de esta agrupación, para conocer la situación de los mapuches que viven allí y sobre la repercusión que ha tenido en su gente la decisión tomada por la familia Curiñanco – denunciada por usurpación de tierras por la compañía italiana Benetton (ver Caldenia del 27 de octubre) –.

¿Cuál es la situación de los mapuches que viven en los barrios de la ciudad de Esquel?

Yo diría que el 90% de los mapuches vive en las zonas más empobrecidas de Esquel, donde no llegan los servicios elementales como la luz, el agua y donde las casas son muy precarias.
En esta parte de la Patagonia, de nuestro Wallmapuche (territorio ancestral mapuche), tener una vivienda precaria significa estar en riesgo permanente de enfermarse. En invierno las temperaturas descienden a 15 grados bajo cero y si no tenés una casa digna, abrigada, se sienten mucho las inclemencias del tiempo. Es muy común, por ejemplo, que nuestra gente muera por enfermedades pulmonares.

Según un estudio realizado por el ministerio de Salud de la provincia en el mes de noviembre, Esquel es la ciudad de la cordillera con el mayor índice de desnutrición infantil, el 12%.

La mayoría de los casos de desnutrición que se han registrado son de nuestra gente mapuche. Y si estás mal alimentado, desabrigado, si no tenés acceso a una calefacción, si no tenés todo ese tipo de cuestiones elementales para la vida, es muy probable que aumente el riesgo de muerte.
Es una situación muy difícil donde el Estado es consciente de que está pasando esto, pero tener a la gente así permite el clientelismo. La gente está hacinada y el Estado trata que se mantenga esta situación.
Los barrios que se han formado en Esquel son producto de desalojos de comunidades mapuche que hubo en la provincia. Y hoy se ven las consecuencias, la gente que ha nacido en los barrios no tiene expectativas de salir adelante, de proyectar su vida desde otro plano.

¿El caso Curiñanco se ha transformado en un faro para esa gente?

Tenemos que tener en claro que la gente está volviéndose a sus comunidades. La vuelta a la tierra en algunos casos se transforma en situaciones muy violentas, en otras no, y no trasciende. Por ejemplo, en el caso de la Comunidad Mapuche Futa Huau, la gente volvió sin ningún tipo de conflicto.
En el caso de la familia Curiñanco, ellos volvieron a la tierra con el mismo derecho que la gente que ha regresado a su comunidad, pero se encontraron con que esas tierras están catalogadas como propiedad privada. Sin duda el ejemplo de la familia Curiñanco es muy importante, porque plantearon volverse a la tierra para trabajar, para generar una economía autónoma y descomprimir la situación de hacinamiento.
Nosotros decimos: “Regresar a la tierra”. Pero a tierras cultivables, no queremos regresar al desierto, a vivir entre las piedras. Y el Estado no ve bien este tipo de alternativas porque eso quiere decir que tiene que devolver tierras. El gobierno de la provincia del Chubut, como deben ser los de todas las provincias, tiene un espíritu de cooperación mutua con la gente que nos está oprimiendo. Devolver tierras significa tocar los intereses de los terratenientes que nos han sacado, nos han corrido y que hoy son parte de la dirigencia política de esta provincia. Cuando se plantea ese tipo de salida el gobierno hace todo lo posible para impedir que esto se transforme en un faro, en una luz para la gente que está desesperanzada en los barrios.
De todas maneras la familia Curiñanco no ha renunciado al derecho de regresar a esa tierra. Eso es esperanzador. Es muy probable que día a día mucha gente se plantee esta alternativa que va a tener consecuencias muy positivas para el Pueblo Mapuche.

La Sociedad Rural de Esquel ya evaluó la posibilidad de un retorno masivo de los mapuches a la tierra. En un comunicado que difundió a principios de octubre sostuvo que de repetirse el caso de la familia Curiñanco, se iba a desatar una ola de violencia porque se está violando el derecho a la propiedad privada. ¿Cómo toman ustedes estas declaraciones? ¿Es la primera vez que las hacen?

Ya las hubo y de manera práctica, los masivos desalojos de nuestras comunidades fueron a partir de los intereses de los miembros de la Sociedad Rural. La Sociedad Rural para nosotros es el símbolo de lo que es el Estado Argentino. La Sociedad Rural fue una de las instituciones sobre las que el Estado se hizo fuerte en esta parte de nuestro territorio ancestral.


Cuando hablamos de usurpación de nuestro territorio no sólo nos referimos a las compras de miles y miles de hectáreas que están haciendo los extranjeros. Los terratenientes ‘nacionales’, made in Argentina, son cómplices de estas compras y del saqueo de los recursos. Hoy con la explotación minera (para extraer oro del Cordón Esquel), es muy probable que a la gran mayoría le importe muy poco si se contaminan las aguas de sus estancias. Si a ellos les conviene que venga la minera (Meridian Gold) y hacen su negocio, les importa muy poco que una laguna, un cerro, un bosque queden contaminados.


Hoy ellos hablan de la gente desocupada, que es mapuche principalmente, y es una situación de un grado tal de hipocresía. ¿Cómo puede ser que la Sociedad Rural, la Cámara de Comercio, los sectores que siempre mantuvieron el poder acá estén hablando de la desocupación y estén alentando la explotación minera para contrarrestarla? Sin embargo cuando ocurren casos como el de la familia Curiñanco son los primeros en reaccionar y no les tiembla el pulso al escribir una proclama en la que dejan ver, entre líneas, la posibilidad de reprimirnos si recuperamos tierras masivamente.



A principios de diciembre denunciaste que, en la provincia del Chubut, el Pueblo Mapuche era objeto de una persecución jurídica. ¿Cómo se manifiesta esa persecución?

Hay una situación que se está dando en la provincia del Chubut y que es similar a lo que ocurre en las provincias de Río Negro y Neuquén. Argentina hacia afuera mostró un rostro de país que reconoce su diversidad cultural, que reconoce la deuda que tiene con los Pueblos Originarios, y lo reconoce a través de leyes. Pero en la provincia del Chubut hay un retroceso muy marcado, la ley se está adecuando a este sistema de opresión para blanquear la impunidad, el despojo. Nosotros lo vemos como una clara persecución al Pueblo Mapuche porque, y esto entre comillas, en un Estado democrático no se puede retroceder sobre los derechos consagrados. Las leyes sobre la que están trabajando los diputados deberían ampliar el derecho individual y el derecho colectivo y no al contrario. Se está retrocediendo décadas en cuanto al Derecho Indígena, ni siquiera lo disimulan, hay una persecución jurídica.

Hernán Scandizzo
Publicado en la revista Caldenia (La Pampa}, el 23/2/03.

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