Julio López
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Una pequeña imagen desde Santa Fe. Médicos del Mundo.
Por Aire Libre-Indymedia-Conjurados y otrasyerbas - Tuesday, May. 13, 2003 at 2:17 AM

Mil doscientas personas se hacinan en la principal estación de trenes de la ciudad de Santa Fe. Entre ellos, llegaron hace más de una semana Médicos del Mundo. Profesionales que tuvieron que lidiar con más de un problema, como lo testimonia la Cooerdinadora del Equipo de Emergencias.

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En la Etación de Trenes, entre más de mil evacuados, la Doctora Liliana Perez que pertenece a Medicos del Mundo, habla de la catástrofe sanitaria que padece en estos momentos Santa Fe.
Doce médicos voluntarios, provenientes principalmente de Buenos Aires llegaron hasta la ciudad y nos comentaron como tuvieron que enfrentar a esa maquina multiplicadora de catastrofes en que se ha convertido el Estado Santafesino. Por supuesto, la narración es sobria y meticulosa, pero una vez que la escuchen van a tener una pequeña imagen de lo que se vive por acá.
Médicos que tienen que comprar insumos para repartir (varios litros de detergente y lavandina por familiaque soluciona el problema sanitario tal vez por una semana) a la población de uno entre medio centenar de otros centros de refugiados que se encuentran desprotegidos totalmente por intendentes como Marcelo Álvarez o gobernadores como Reutemann (a pesar de todas las fotos que este pueda sacarse en los medios masivos, acarreando bolsas o metiendo las patas en el barro).
Estos profesionales tratan de que la gente se organize y pueda, como lo vienen haciendo hasta ahora, sobrevivir por sus propios medios entre las toneladas de ese barro mugriento en que se han convertido todas sus poseciones, recuerdos y querencias. Hace unos días repartieron todo lo que encontraron en uno de los galpones de este Centro, cosas que al parecer estaban bajo la "custodia" oficial que "prontamente" los hiba a repartir. Ellos, como dice la Doctora, entendieron que todas esas cosas (entre ellas colchones y ropa limpia) eran de la gente, y tomaron la decisión unánime de repartirlos.
Días después, volvieron a Santa Fe para dar talleres de higiene y salubridad en los lugares donde más riesgo de enfermedades hay, en donde hasta hace poco estaba el rancho pobre o la casita que era la única posesión del empleado de clase, (porque estamos seguros de que los barrios privados no se inundaron ), y ahora todavía permanece medio metro de agua y, adentro, un silencio increible flotando entre este líquido espeso y la voluntad de sobrevivir como se pueda.
Algunos, descalzos y sin ningún tipo de prevención, van hasta su casa, saltanto montones de mugre y en medio de olores espantosos, animales muertos y no quiero pensar cuantas cosas más, "venimos para prevenir que nos roben" me dijo uno, "pero en realidad es más una costumbre, porque todavía tengo el agua en mi casa", siguió diciendo, "y a esta altura, ¿prevenir que me robén qué?", finalizó.

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