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Testimonios de la marcha campesina y piquetera: Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra
Por Pablo Indio ((i)) - Saturday, Nov. 22, 2003 at 7:47 PM
pabloindio@riseup.net

Campesinos del norte de Córdoba, Mendoza y Santiago del Estero, junto a desocupados de Capital y Gran Buenos Aires, se movilizaron en el día de ayer para manifestarse contra el ALCA y por Tierra, Trabajo, Pan y Justicia. En esta entrevista, Diego Solana de la Unión de Trabajadores Rurales sin Tierra (UST) de Mendoza nos cuenta sobre la realidad agraria provincial, las raíces de la pelea por la tierra y las perspectivas de unidad, en el camino hacia un mundo sin opresores, ni oprimidos.

Testimonios de la ma...
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Foto: Nicolás Francés - Indymedia Buenos Aires

-Contame los efectos que tendría la implementación del ALCA en la región donde está asentada la UST.

Bueno, son varios y desde varios puntos de vista. Puntualmente nosotros lo que tenemos visto es que hay un proceso de privatización en marcha en nuestro país de todos los recursos, desde los servicios que en algún momento fueron públicos -las petroleras, las comunicaciones, los servicios básicos-; hasta avances sobre la educación y la salud, muy concretamente. Y también hay una idea de privatización de la tierra. La tierra ha sufrido un proceso de concentración en los últimos años, donde están en muy pocas manos y hay mucha gente que vive, que la sabe trabajar, que le pone las manos y la que en definitiva es la que tiene derecho al acceso a la tierra. Hoy vemos que el ALCA implicaría una profundización de todas estas privatizaciones. Puntualmente nuestra organización tiene evaluado que un acuerdo como el ALCA nos privaría de muchos recursos que hoy tenemos, hasta incluso los legales, para pelear hoy y luchar el acceso a la tierra.

-¿Podés contar más en detalle cúal es la situación de tierras en Mendoza?

La realidad mendozina agraria es que son tierras concentradas en oasis. En los lugares donde hay ríos se han concentrado pequeños núcleos aptos para la agricultura, donde desde las culturas ancestrales, los huarpes, se canalizaba el agua y se ampliaba la superficie irriguiable. Con la llegada de los españoles esto fue monopolizado; desde las encomiendas de los españoles y en adelante los terratenientes y los empresarios, que empezaron a comprarla y a usufructuarla. Entonces la realidad tiene una componente de tierra y tiene una componente de agua, porque sin el agua del río es prácticamente imposible practicar la agricultura.

-¿La gran mayoría de los campesinos de Mendoza son "sin tierra"?

No, tenemos dos situaciones muy marcadas que podríamos diferenciar bien. Una es la situación de las zonas irrigadas, que nosotros llamamos los oasis irrigados de Mendoza, donde hay muchos trabajadores rurales, jornaleros; gente que trabaja al día o al tanto, según la cantidad de produccion que logre en ese día: tachos de uva cosechados, zurcos de ajo plantados o levantados, y que no tienen tierra. Viven en pequeños barrios; en pequeñas urbanizaciones que están en el medio del campo, y en general la última alternativa laboral que tienen -además de los planes sociales- es la de trabajar muy temporariamente, muy inestablemente y muy en negro, en fincas para los patrones. Hay varias tareas que se van haciendo alrededor del año, y en esas se va changueando. El otro es el sector más campesino, denominado puesteros -es el término regional-, que la actividad fundamental es la cría de ganado, sobre todo caprino. Hay gente que tiene vacas pero fundamentalmente es de cabras. Y la problemática que tienen ellos es diversa, pero ancestralmente ellos han ocupado las tierras en las que viven. Son los auténticos y legístimos dueños, pero en general no tienen título de posesión ni de escritura.

-En este sector estarían incluídas las comunidades campesinas que se autoreconocen como huarpes...

Exactamente. Es la zona de secano, que está determinada por las precipitaciones que caen en el año, y que eso regula mucho la producción animal. Ahí tenemos incluída gente que se ha reconocido, comunidades aborígenes, pueblos originarios, los huarpes concretamente, que están organizados en comunidades por todo el norte mendocino y están luchando a través de las leyes de Pueblos Originarios para tener la tierra.

-¿Hay alguna diferencia entre las comunidades campesinas que se reconocen como huarpes y las que no?

Tienen un mismo origen. En general hasta los obreros rurales tienen un origen huarpe. Haciendo un poco de historia, cuando llegan los españoles el agua del río Mendoza tenía una desembocadura natural en un sistema de lagunas, donde estaban asentados los huarpes. Ellos tenían una cultura profundamente agrícola, incluso eran pescadores. Una cuestión muy gráfica de su situación hídrica era que ellos eran los productores, o los pescadores, y llevaban los peces con los que se alimentaba la ciudad de Mendoza en la época de la colonia. Luego, con la derivación aguas arriba, digamos, del agua, por parte de los españoles, el sistema de lagunas se fue secando y se produjo -además de la masacre propia de las campañas del desierto, de la colonización- un fuerte éxodo de esas zonas hacia los centros poblados, donde había alguna salidad laboral o alguna posibilidad de practicar lo que ellos habían practicado durante años.

-Ahora, la manera de luchar por la tierra varía según la comunidad, si está reconocida como indígena o no...

Exacto, las estrategias legales son distintas. La realidad concreta es que la UST tiene un área se llama Tierra y Agua, que discute las problemáticas, que tiene asesoramiento jurídico. Tenemos compañeros abogados, y se va discutiendo con las comunidades las estrategias que más se adecúen a la situación particular de cada uno de los grupos.

¿Y ustedes han tenido dentro de esta área que recurrir a la ley indigena?

En realidad la UST como UST no está gestionando ni llevando todo el trámite que implica la cuestión de la ley indígena, el acceso a la tierra, o la recuperación de las tierras comunidades de los Pueblos Originarios. Esto es una cuestión que como venía pasando, está a cargo de otra gente, el INAI tiene participación, y las comunidades llevan un proceso yo diría que parapelo. Nuestro trabajo como UST en las comunidades campesinas, con los puestos de lo que se llama puesteros vulgarmente en Mendoza, tiene más que ver con alternativas productivas, con cuestiones que tengan más que ver con la organización de base, con la discusión de lo que somos y hacia donde vamos, y con una formación política constante, como para también fortalecer todos esos sentimientos que vamos teniendo los compañeros y que a veces no podemos canalizar ena ccciones concretas, desde lo político y desde lo productivo. Nosotros hacemos política produciendo también.

-¿Cuál es la relación hoy entre los distintos sectores del campo que venimos hablando?

Una de las zonas donde la UST es muy fuerte está a 40 km de la capital de Mendoza. Ahí hay una situación de ida y vuelta al campo. Incluso culturalmente hay mucha urbanización de algunos compañeros, de gente que ha vivido en los barrios, que ha ido a probar suerte, que se ha encontrado con una situación de inseguridad, de maginalidad, de desocupación, y ha vuelto a tratar de buscar nuevas alternativas. En esto la UST siempre ha tratado de contener a esos compañeros y a su realidad, muchos de ellos también provenientes o descendientes de antiguos huarpes. Entonces es una dinámica muy grande la que tiene nuestra realidad campesina. El idea y vuelta conciente, valorando todas las potencialidades que tiene el campo existe, yo creo, pero fundamentalmente hay una gran desesperación por salir adelante, y eso es lo que hace que los compañeros vayan y vengan tratando de buscar una vida más digna.

-¿Cuál es la perspectiva de unidad entre todos estos sectores? Trabajadores rurales, las diferentes comunidades campesinas con sus distintas estrategias, los desocupados...

Bueno, hoy somos una diversidad de organizaciones marchando en contra de algo puntual que nos va a afectar a todos, yo creo que con los matices de cada una de nuestras realidades, pero de una misma manera. Por lo tanto nuestra tendencia es siempre buscar los puntos que nos unen, y eso es los reconocimientos y las identidades políticas que vamos asumiendo, como hijos de la tierra todos. Algunos con una situación de marginalidad mucho más grande, otros con una defensa mucho más férrea de lo que ya se posee, pero en definitiva los males que nos aquejan, las raíces de la problemática, son las mismas. Entendemos que estamos yendo hacia un mismo camino, y que justamente, como es un proceso de base, que se gesta desde cada uno de los individuos de la organización, tiene su tiempo. Nosotros nos consideramos una organización joven, que ha crecido mucho, cuanti y cualitativamente, por lo tanto creemos que vamos en un camino de unidad y de consolidación.

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