Julio López
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CRÍTICA DEL PROGRAMA DE TRANSICIÓN DE TROTSKY
Por GRUPO DE PROPAGANDA MARXISTA - Friday, Feb. 13, 2004 at 10:47 AM

CRÍTICA DEL PROGRAMA DE TRANSICIÓN

http://www.nodo50.org/gpm/cuarta/18.htm

Apendice de "El gpm ante el intento de resucitar la IVª Internacional"
http://www.nodo50.org/gpm/cuarta/00.htm

Prólogo

Las páginas que siguen están dedicadas a un estudio y crítica del programa fundacional de la Cuarta Internacional, el Programa de Transición, escrito por León Trotski en 1938. Además, se reproduce un artículo, publicado en Debate Marxista N?8, dedicado al estudio y crítica del concepto de fuerzas productivas y su desarrollo, tal como fue formulado por la mayoría de los grupos trotskistas en la posguerra. De conjunto, ambos trabajos representan una crítica global a premisas analíticas y políticas de la Cuarta Internacional, y se inscriben en el marco de la necesaria evaluación autocrítica que nos debemos los militantes revolucionaria.

Es natural que históricamente los programas hayan jugado un rol central en la conformación de los partidos y organizaciones de la izquierda. Además de precisar los objetivos de máxima y las reivindicaciones elementales que se proponen a la clase trabajadora y a las masas, definen también en buena medida sus estrategias esenciales. Pero con toda la importancia que hayan tenido, nunca determinaron la política y las tácticas de las organizaciones; éstas siempre gozaron de relativa autonomía, dando lugar, de esta manera, a un amplio campo de variaciones en la aplicación de las orientaciones concretas. Por eso Engels comentaba, en 1875, que "importan menos los programas oficiales de los partidos que sus actos", a la hora de evaluar el comportamiento de las organizaciones.

Pero no es éste el caso del Programa de Transición (en adelante PT). Este programa no se limita a exponer las consignas reivindicativas y los objetivos de máxima, sino que su sentido y estructura determinan una orientación política específica, cuyo eje es la agitación de las llamadas demandas transicionales. En este respecto Trotski introdujo un giro decisivo, consistente en la supresión de la distinción entre el programa mínimo y máximo; en su lugar el PT presenta un sistema de consignas mínimas y transicionales, íntimamente conectadas y orientadas a la movilización hacia la toma del poder. Este cambio a su vez tuvo como premisa la tesis de que el capitalismo ya no puede desarrollarse, que las masas están embuidas de una profunda inquietud revolucionaria y que la democracia burguesa en esta época está liquidada; es significativo que el título completo del PT sea "La agonía mortal del capitalismo y las tareas de la Cuarta Internacional".

Estas concepciones determinaron las modalidades y contenidos de las tareas de la Cuarta Internacional (en adelante, CI) hasta el día de hoy . En este trabajo no cuestionamos una u otra consigna del PT, sino una metodología política que, a pesar de variaciones en su aplicación, ha pasado a integrar el patrimonio común del movimiento trotskista. De hecho se trata de un "sistema de pensamiento" con el que se elaboran las tácticas y las consignas, y se conciben las campañas de agitación. El artículo "Sobre las fuerzas productivas y su desarrollo" -y el Apéndice que lo acompaña- complementa la crítica a los presupuestos teóricos del método transicional planteados por Trotski.

Somos conscientes de las reacciones que suscitará este trabajo. Si siempre es difícil problematizar lo que se considera de "sentido común" dentro de un grupo político o social, en este caso la dificultad se multiplica. En primer lugar porque durante décadas las organizaciones de la CI se han visto obligadas a adoptar una actitud extremadamente defensiva frente a los ataques del stalinismo. De allí derivó una tendencia -que continúa en muchos grupos- a encerrarse en la defensa "in limine" de las enseñanzas de Trotski, resultando de ello una pérdida de distanciamiento crítico con respecto a las políticas legadas por el fundador de la CI. Pero además la resistencia a cuestionar el PT se relaciona con la creencia de que este programa está indisolublemente vinculado al combate contra el oportunismo; en la CI se piensa que volver a la vieja división entre programa máximo y mínimo equivale a postular la revolución por etapas y la estrategia del reformismo. Sin embargo, y como trataremos de demostrar luego, una simple mirada a la historia desmiente esa idea: el partido bolchevique tomó el poder (en época de guerras y catástrofes sociales) manteniendo la división entre programa máximo y mínimo; la Tercera Internacional sostuvo en sus primeros años una línea revolucionaria sin adoptar un programa transicional general. Tampoco desde el punto de vista teórico se puede encontrar alguna vinculación orgánica entre la lucha por la revolución socialista y la agitación de las consignas transicionales en todo tiempo y lugar, como hace la CI. Más aún, la aplicación del método transicional en situaciones no revolucionarias tiende a generar dinámicas oportunistas; demostrar este punto es uno de nuestros propósitos .

Por otro lado, al iniciar un trabajo de este tipo es común referirse a estudios que nos hayan precedido. Sin embargo, hasta donde alcanza nuestro conocimiento, no disponemos de muchos antecedentes de crítica al PT. De la obra de los clásicos nos apoyamos en un importante escrito de Engels sobre el tema, en alguna referencia de Marx a la metodología transicional y en otras, muy contadas, de Lenin. La oposición de estos autores a la política del PT se deduce más de sus orientaciones concretas que de estudios focalizados en las consignas transicionales y su uso. En lo que hace a los escritos posteriores a 1938, es curioso constatar que los enemigos del trotskismo no criticaron las consignas transicionales; sencillamente las desecharon sin examinar su lógica política. Y por el lado de los militantes de la CI, la mayoría se redujo a comentarios apologéticos o a competir sobre qué interpretación se ajustaba mejor a "lo que verdaderamente dijo Trotski". Dados estos antecedentes, este trabajo se sustentará en nuestra experiencia de dos décadas de militancia en organizaciones de la CI y en el razonamiento comparado de dos lógicas de hacer política, la de Marx, Engels y Lenin, por un lado, y la de Trotski, por otro. Sabemos entonces que avanzamos por un terreno poco explorado; por eso sólo pretendemos abrir un sendero que, manteniendo el sentido revolucionario e internacionalista del combate de Trotski y de la CI, supere las deficiencias que advertimos en sus análisis y política. Por consiguiente, aunque nuestras críticas adoptan la forma de lo categórico, no tenemos la intención de "cerrar" la discusión; este estudio seguramente tiene muchos errores y falencias, que hoy no alcanzamos a percibir, y que exigirán la intervención crítica de muchos otros compañeros. Si este escrito contribuye a la necesaria elaboración colectiva, habrá llenado su cometido, y habremos dado un paso en la superación de la crisis que atraviesa el movimiento revolucionario.





CAPÍTULO 1: PREMISAS ANALÍTICAS





Crisis económica "sin salida"



El punto de partida del PT es la tesis del estancamiento crónico de las fuerzas productivas. En el primer apartado, dedicado a las "premisas objetivas de la revolución socialista" se afirma:

Las fuerzas productivas de la humanidad han dejado de crecer. ... Las crisis de coyuntura, en las condiciones de la crisis social de todo el sistema capitalista, aportan a las masas privaciones y sufrimientos siempre mayores ... Los gobiernos, tanto democráticos como fascistas, van de una quiebra a la otra .... La burguesía misma no ve salida .

Estas ideas fueron vertidas en un período en que la economía norteamericana no salía de la depresión, Europa estaba sumida en el marasmo y la Segunda Guerra asomaba en el horizonte. En ese respecto, el pasaje citado sería muy apropiado para un programa de coyuntura . Pero en realidad está apuntando más allá de la coyuntura determinada por la depresión económica y el inicio de la guerra, porque este pasaje resume una de las tesis centrales del pensamiento de Trotski: que el capitalismo había entrado, desde 1914, en una crisis que históricamente ya no tenía salida. La revolución rusa sólo habría podido triunfar por esta situación, la depresión de los treinta constituiría una nueva manifestación de esa crisis crónica y la Segunda Guerra -que se avecinaba- de la insolubilidad absoluta de la contradicción entre las economías nacionales De allí que pensara que si la revolución no triunfaba al cabo de la guerra, la humanidad se sumergiría en el fascismo o en la "barbarie", concebida como un sistema social postcapitalista.

En base a este enfoque Trotski consideró que cualquier reforma o transformación del capitalismo no alteraría la marcha hacia la inmediata catástrofe final:

La crisis actual, que está lejos aún de haber completado su curso, ha podido demostrar ya que la política del "New Deal" en los Estados Unidos como la política del frente popular en Francia no ofrece ninguna salida al impasse económico.

Y más en general:

La putrefacción del capitalismo continuará también bajo el gorro frigio en Francia como bajo el signo de la svástica en Alemania. Sólo el derrumbe de la burguesía puede constituir una salida (énfasis nuestro).

En discusiones con sus partidarios explicaba:

... la burguesía no tiene otra solución que el fascismo, y la profundización de la crisis va a forzar a la burguesía a abolir los remanentes de la democracia y a reemplazarlos por fascismo (énfasis agregado).

Teniendo en cuenta lo que discutimos antes, habría que analizar estos pasajes en dos planos: desde el punto de vista de lo que se avecinaba, -la guerra, las espantosas calamidades que sufrirían cientos de millones de seres humanos y la destrucción inaudita de bienes y riqueza- eran acertados. Trotski tenía presente ese horizonte, en un contexto intelectual en el que, además, estaban muy extendidas las ideas sobre "el fin de la civilización" y "la decadencia de Occidente". Pero desde el punto de vista más general, perdía de vista que toda crisis capitalista implica a largo plazo -y en la medida en que la clase obrera no encuentre la salida de la toma del poder- la regeneración de las fuerzas productivas y de las relaciones de explotación, como lo demostraría la recuperación del capitalismo a partir de 1945.

Pero lo más grave es que las corrientes trotskistas (su mayoría) no corrigieron aquellos análisis de Trotski y eso se constituyó en un grave problema. Si lo hubieran hecho aquellos vaticinios habrían sido, en los años cincuenta o sesenta, hasta cierto punto inocuos, como lo fueron algunas exageraciones de perspectiva histórica de El Manifiesto Comunista, que Marx y Engels rectificaron años después. Por el contrario, la mayoría de los dirigentes de la CI forzaron por todos los medios los argumentos para seguir afirmando que seguía vigente "la crisis crónica" del capitalismo ; así las catástrofes económicas siempre eran "inminentes" y los períodos de desarrollo meros "espejismos" o "superficiales". La única excepción fue Ernest Mandel y el sector influenciado por su pensamiento; pero aun así éste no sacó las conclusiones políticas que se derivaban de su crítica a la idea del estancamiento crónico.

En base a la tesis del estancamiento, Trotski concluía que el capitalismo ya no podía dar ninguna reforma seria

.. en la época del capitalismo en descomposición .... no puede dar reformas sociales sistemáticas y elevar el nivel de vida de las masas;

por eso

... cualquier reivindicación seria del proletariado y hasta cualquier reivindicación progresiva de la pequeña burguesía, conducen inevitablemente más allá de los límites de la propiedad capitalista y del estado burgués

Esta visión constituyó el fundamento de la agitación transicional hasta el día de hoy. Nuevamente, debemos señalar que fue cuestionada, de hecho, por el sector liderado por Mandel, pero sin sacar ninguna conclusión acerca de la necesidad de modificar la política transicional. Los otros dirigentes de la CI se limitaron a afirmar su vigencia; así, por ejemplo, en el prólogo de la edición inglesa del PT antes citada, Cliff Slaughter escribía que en nuestra época ni aún la más elemental de las demandas puede satisfacerse sin la expropiación revolucionaria de la clase capitalista .

En 1982 Moreno escribía que había que explicar a las masas que:

... la solución de todos los problemas, por mínimos que sean, exigen la insurrección contra el gobierno burgués y la conquista del poder por el proletariado...

Los ejemplos se repiten a lo largo de los años y en prácticamente todas las publicaciones de la CI.





La economía dirigida a voluntad



Una de las obsesiones de Marx fue poner de manifiesto las tendencias objetivas del capitalismo, tales como su impulso a extender las relaciones de explotación asalariada, al dominio de la máquina sobre el trabajo, a la concentración de los capitales y a las crisis económicas cada vez más abarcativas. Marx demostró que esas tendencias no dependen de la voluntad de los seres humanos y que, por lo tanto, si no se acaba con la propiedad del capital y con su Estado, no habrá solución de fondo para los males de los explotados. Ninguna relación de fuerzas, por más favorable que sea al movimiento obrero, modificará estas tendencias profundas del sistema.

Lamentablemente a lo largo del siglo veinte este enfoque fue dejado de lado por muchos de sus seguidores (la mayoría, nos atrevemos a decir). En su lugar éstos adoptaron otras teorías que ponían el acento en factores idealistas y subjetivos para explicar la acumulación y las crisis; la concentración gigantesca de los capitales pareció dar alas a la idea de que la economía era manejada según el capricho de los poderosos, a quienes muchos identificaron con el capital financiero. A pesar de que en el PT no se desarrolla este tema, contiene pasajes que se inscriben claramente en esta corriente de pensamiento; por ejemplo:

[Los bancos] Organizan milagros de técnica ... organizan también la vida cara, las crisis y la desocupación .

La frase es escueta, pero sus implicancias son difíciles de disimular, porque si fuera cierto que los bancos organizan la inflación y las crisis, la teoría económica de Marx debería desecharse por "obsoleta" y el trotskismo debería elaborar otra teoría, orientada en la misma dirección en que trabajaron keynesianos de izquierda, como Kalecki, o marxistas, como Baran y Sweezy . Sin embargo el tema nunca fue cuestionado ni problematizado en la CI; el pasaje citado se repitió sin que nadie se preguntara cómo encajaba en las explicaciones de El Capital y en tantos otros estudios económicos marxistas. Tampoco se indagó qué implicancias tenía en relación a la estrategia del movimiento obrero. Obsérvese que si la economía es manejada a voluntad, la solución de los problemas decisivos de los trabajadores se ubica en un plano muy distinto al planteado por Marx. Así, por ejemplo, sería lógico esperar que los precios se pudieran moldear a capricho y voluntad de los reformadores sociales; idea que ha primado en la izquierda y de la que el PT parece hacerse eco:

Los campesinos, los artesanos y los comerciantes, ... en su condición de consumidores, deben tomar una participación activa, junto a los obreros, en la política de los precios

?Cómo se compatibiliza esta propuesta con la ley del valor, que demuestra que los precios no se pueden gobernar mientras exista la propiedad privada? Problemas similares surgen cuando analizamos la salida que da el PT a la desocupación. Recordemos que la teoría de El Capital demuestra que el capitalismo no puede sobrevivir sin los ejércitos de desocupados, y que éstos siempre son recreados por la máquina y se multiplican en proporciones gigantescas durante las crisis. Esta tesis, clave en la obra de Marx, constituye en sí misma una crítica a los programas que pretenden eliminar la desocupación "imponiendo" tal o cual reforma al capitalismo en crisis ("correlación de fuerzas" mediante), y por eso mismo encierra un llamado a los trabajadores a acabar con la propiedad privada capitalista para garantizar a todos el empleo. Sin embargo en el PT se afirma que acabar con la desocupación

... es una cuestión de relación de fuerzas que sólo puede ser resuelta por la lucha

Estas nociones, que no vacilamos en conceptuar como idealistas y subjetivistas, se superponen con la tesis de la crisis "sin salida" de manera acrítica. De aquí la pregunta de por qué la clase dominante estaría condenada al marasmo económico si, según el PT, los bancos son tan poderosos como para organizar las crisis. ?Cómo no "organizan" con la misma facilidad la superación de las crisis? El asunto tiene consecuencias teóricas y políticas: desde el punto de vista teórico, porque el PT oscila entre el objetivismo extremo (nunca se explican las razones de por qué las fuerzas productivas ya no podrían crecer) y el subjetivismo (los precios y las crisis son gobernados por sujetos). En lo político, porque por un lado afirma que avanzadas medidas transicionales pueden imponerse al capitalismo (aquí es funcional el idealismo económico) y por otra parte se sostiene que el capitalismo no puede conceder la más elemental demanda democrática o económica (y aquí entra en juego la fundamentación objetivista extrema). Estas contradicciones son reveladoras de problemas de táctica política, que luego analizaremos en detalle.





Caracterización de la lucha de clases



Las anteriores ideas sobre la economía van acopladas en el PT a una visión eufórica de la lucha de la clase obrera, de su grado de conciencia y combatividad. El tono de los primeros pasajes del programa de la CI es claramente triunfalista; la clase obrera mundial, a fines de los treinta, tendría un alto nivel de movilización revolucionaria:

En todos los países el proletariado está sobrecogido por una profunda inquietud. Grandes masas de millones de hombres vienen incesantemente al movimiento revolucionario (énfasis agregado)

Pero esta caracterización se acompaña del reconocimiento -expresado a lo largo de muchos pasajes- de la derrota de las masas a fines de los treinta; así se afirma que entre los obreros de vanguardia "hay no pocos fatigados y decepcionados", que las derrotas "no favorecen una conmoción revolucionaria en Alemania e Italia", y de manera más contundente aún, que la CI surgía

... de las más grandes derrotas que el proletariado registra en su historia.

?Cómo se compagina esto último con la frase sobre las "masas de millones" volcándose "sin cesar" a la revolución? La respuesta es que Trotski piensa que, a pesar de las derrotas, las masas se recuperarían rápidamente -con excepción de los países fascistas y la URSS-; en un pasaje muy significativo afirma que "la lucha de clases no tolera interrupciones", y en otros dice:

... la crisis actual puede exacerbar extremadamente la marcha de la lucha de clases y precipitar el desenlace. (...)

... en la época actual la lucha de clases infaliblemente tiende a transformarse en guerra civil (énfasis agregado).

Refiriéndose a los comités de fábrica, sostiene que una ola de ocupaciones de empresas "se ha desencadenado en algunos países", y agrega:

Nuevas olas de ese género son inevitables en un porvenir próximo.

También hace una evaluación exaltada del grado de influencia que tenía la CI:

Los obreros avanzados de todo el mundo ya saben que la derrota de Hitler y Mussolini se logrará bajo las banderas de la Cuarta Internacional .

Obsérvese que aquí hay una evaluación de una situación supuestamente existente ("los obreros avanzados ya saben") que no se limitaría a un país o sector, sino a la vanguardia "mundial".

En esta visión subyace la idea de que los sufrimientos de las masas generarán inevitablemente una agudización de la lucha de masas:

... la agudización de la crisis social aumentará no solamente el sufrimiento de las masas sino también su impaciencia, su firmeza y su espíritu de ofensiva.

Sin embargo la experiencia histórica nos dice que no siempre la agudización de las crisis aumenta la "firmeza y el espíritu de ofensiva" de los trabajadores; menos aún crece la adhesión a las corrientes revolucionarias. Resulta inexplicable que Trotski, que en otros escritos había advertido sobre las consecuencias de la crisis y de las derrotas (nos referimos a sus estudios sobre Francia y Alemania de los treinta, o anteriores sobre China) haya generalizado de manera tan mecánica y desacertada una supuesta relación de "más crisis, más espíritu de lucha", en un texto de tanta trascendencia, y en el marco de derrotas profundas. Sin embargo su pensamiento en este sentido en el PT es sistemático. A continuación del último pasaje citado pronostica que a medida que aumenten los sufrimientos millones de necesitados comenzarán a presionar al reformismo, los desocupados se pondrán en movimiento y los campesinos arruinados buscarán una nueva dirección

Posiblemente estas caracterizaciones y pronósticos estuvieran "sobredeterminados" por la inminencia de la guerra. Las experiencias históricas que Trotski tenía presente lo llevaban a la conclusión de que el desenlace de la contienda estaría marcado por la irrupción revolucionaria de las masas. Después de todo la guerra franco-prusiana de 1870 había terminado en la Comuna de París; la guerra ruso-japonesa en la revolución de 1905 y la Primera Guerra en el Octubre ruso e intentos insurreccionales en otros países. Claro que a ninguna de ellas se había llegado en un marco de derrotas tan profundas del movimiento proletario y de su vanguardia revolucionaria, como sucedía en vísperas de la Segunda Guerra.

Sea como fuere, una vez más debemos decir que el problema más grave en la CI no estuvo tanto en el diagnóstico equivocado de 1938, sino en que no se haya modificado en las décadas que siguieron. Aunque en su práctica cotidiana los trotskistas reconocían que en la mayoría de los países no existían situaciones revolucionarias, siguieron sosteniendo la tesis de la "crisis revolucionaria inminente", de manera que las categorías de análisis y evaluación se mantuvieron distorsionadas; los manómetros con que la CI medía la presión de la lucha de clases daban resultados sistemáticamente desajustados al alza. Por eso, cuando en las décadas de los setenta y ochenta se produjo un reanimamiento de las luchas sindicales y democráticas (acompañadas del debilitamiento del aparato stalinista), las caracterizaciones alcanzaron alturas impensadas; así la LIT llegó a decir que asistíamos a una "insurrección de masas" en el mundo y "encontró" revoluciones "socialistas objetivas" por todos lados. Si las masas sufrían derrotas, éstas eran episódicas y representaban apenas breves entreactos en el gran concierto del ascenso revolucionario. Así se llegó al derrumbe del stalinismo, punto que marcaría el colapso definitivo de la tesis del "ascenso revolucionario permanente" con que se había manejado el movimiento. Sin embargo, todavía hoy muchas organizaciones de la CI se niegan a reconocer los estragos teóricos y la desorientación que causaron aquellas evaluaciones, tan febriles como carentes de asidero real.





Sobre la "crisis de dirección"



Con los análisis precedentes como sustentos y premisas, era lógico que se dedujera que el único obstáculo para el avance de la revolución se reducía al "puñado de traidores" de la dirección del proletariado. Según el PT, en el camino del futuro poder proletario sólo se interponían las direcciones de masas. El pasaje que antes hemos citado parcialmente concluye con esa afirmación:

Grandes masas de millones de hombres vienen incesantemente al movimiento revolucionario pero siempre tropiezan en este camino con el aparato burocrático-conservador de su propia dirección (énfasis agregado).

De esto se deducía que bastaba tomar la dirección del movimiento para desarrollar el potencial de lucha de las masas, contenido (a duras penas) por los dirigentes. De allí que la clave del PT se sintetiza en su primera frase:

La situación política mundial del momento se caracteriza, ante todo, por la crisis histórica de la dirección del proletariado.

que se repite hacia el final del programa, casi en los mismos términos, pero desde una perspectiva histórica global:

La crisis actual de la civilización humana es la crisis de la dirección del proletariado.

Esta tesis también fue mantenida hasta hoy por la CI. Así, pasaron los años y las décadas y los trotskistas siguieron "viendo" grandiosos ascensos de masas, siempre traicionados por los burócratas, sin que los grupos pudieran sacar algún provecho de esas traiciones y de aquellos ascensos.

Lo anterior se potenció con un pronóstico optimista, lindando con el fatalismo; a pesar de que varias veces Trotski advirtió que su pronóstico era "alternativo" (en el sentido de que podría imponerse la barbarie o el socialismo), en el PT prevalece la idea de que los "incesantes" embates revolucionarios terminarían destruyendo a los aparatos, impotentes para detener por mucho tiempo la marcha de la historia:

Los "Frentes Populares" por una parte, el fascismo por otra, son los últimos recursos políticos del imperialismo en la lucha contra la revolución proletaria. No obstante, desde el punto de vista histórico, ambos recursos no son sino una ficción (énfasis agregado).

.... las leyes de la historia son más poderosas que los aparatos burocráticos. .

Cualquiera que sea la diversidad de métodos de los socialtraidores ... no lograrán quebrar la voluntad revolucionaria del proletariado.

Esto llevará al reconocimiento de la CI:

Cada vez en mayor escala, sus esfuerzos desesperados por detener la rueda de la historia demostrarán a las masas que la crisis de la dirección del proletariado ... sólo puede ser resuelta por la Cuarta Internacional.

Estas ideas sirvieron para renovar constantemente la fe en que, al fin de cuentas, la agitación de las consignas daría frutos revolucionarios y que el programa de la CI estaba destinado -sí o sí- a prevalecer. Esta convicción impregnó a muchas organizaciones de un carácter casi "místico", que fue útil para resistir las presiones del medio en que se movían (y sostener enormes sacrificios militantes), pero anuló en buena medida su capacidad crítica y de análisis.

Pensamos que es necesario criticar de raíz el esquema interpretativo de "masas que siempre luchan versus direcciones que siempre traicionan". Si bien en determinadas coyunturas las direcciones oportunistas enfrentaron a las bases que las desbordaban , no es cierto que permanentemente las masas estén volcándose a la revolución y chocando con los traidores. Por el contrario, -y hay que reconocerlo de una buena vez en el trotskismo- millones de obreros y de oprimidos estuvieron convencidos de que el socialismo en un solo país y la estrategia de la revolución por etapas y del Frente Popular, eran viables; otros muchos millones confiaron en la democracia burguesa y en la socialdemocracia; y otros tantos en los nacionalismos burgueses. Esa confianza en el reformismo y en la burguesía no es explicable por la mera acción -sistemática y a lo largo de años- de "traidores". En este sentido el PT está impregnado de "objetivismo", porque desconoce los fenómenos de conciencia de masas, su complejidad y contradicciones; es antidialéctico, porque no pone en conexión orgánica la situación de las bases con sus direcciones (estas últimas surgen de la nada) y porque desprecia la capacidad de aprendizaje de las masas, que repiten el proceso con los burócratas que las traicionan sin reconocer a los revolucionarios. Además, induce a la adulación del movimiento y a capitular a su conciencia pequeño burguesa y reformista .

Dicho esto, aclaremos que no negamos la influencia de las direcciones sobre las masas, y por lo tanto tampoco la importancia de la lucha de los revolucionarios contra esas direcciones. Simplemente queremos ubicarla en una perspectiva correcta. En este terreno nos inspiramos en Marx, Engels y Lenin, quienes tuvieron una concepción más acertada que la CI sobre la relación entre las masas y sus direcciones. Ninguno de ellos cayó en la adulación a la clase obrera y los oprimidos. Marx decía que había que explicar a los trabajadores que deberían pasar por décadas de guerras y revoluciones, no tanto para cambiar las condiciones, sino para cambiarse a ellos mismos y convertirse en aptos para ejercer el poder político. También era consciente del papel que jugaba la estupidez en toda revolución y cómo "es explotada por lo pícaros" . Precisamente ésta fue una de las enseñanzas de 1848 que destruyó "el entusiasmo casi pueril con que saludamos la era de la revolución antes de febrero de 1848" . Tampoco Lenin hacía demagogia con respecto a la conciencia de las masas. El centro del ?Qué hacer? es la crítica a la idea de que existiría un "vacío ideológico", que podría ser llenado por la mera agitación economicista, que permitiría el avance a la conciencia socialista. Por eso Lenin siempre pondrá el acento en los problemas que se derivan de la conciencia burguesa o pequeño burguesa del movimiento. Por ejemplo, durante la Primera Guerra explicará que

el principal obstáculo [para la revolución] es la confianza que una parte de los obreros con conciencia de clase tiene en los socialimperialistas y socialpacifistas

de allí que planteara que la principal tarea de los revolucionarios era destruir la confianza "en estas tendencias, ideas, tipos de política" . En sus escritos de 1917 encontramos un enfoque similar. Inmediatamente después de derribado el zar las masas entregan el poder a la burguesía conciliadora y la revolución "se estanca". Existía entonces un problema de dirección, pero derivado de la confianza de los trabajadores en el capitalismo, porque la fuerza política de los conciliadores se derivaba de la ideología democratista que había impregnado al movimiento. Los dirigentes mencheviques y socialrevolucionarios reforzaban esa sujeción de los trabajadores a la burguesía, pero la clave de la situación era la confianza "suicida" (sic, Lenin) de las masas en la democracia burguesa. Lenin no concibe a la dirección aislada, en un mar de masas "traicionadas", pero dispuestas a tomar el poder.

De los enfoques de Marx o Lenin se desprende una orientación que hace eje en la lucha política e ideológica por ganar la conciencia de las masas, por "destruir la confianza en ideas y tipos de políticas", explicando "pacientemente" la relación que existe entre las penalidades que sufren los explotados, sus experiencias de lucha y el sistema capitalista. Por el contrario, del esquema del PT se deriva una orientación política mucho más centrada en la táctica y la maniobra para "ganar" la dirección y "empalmar" con el movimiento obrero, al que se atribuyen propiedades casi ontológicamente revolucionarias. Además, según el esquema clásico del marxismo, la marcha de la historia depende de una compleja conjunción de factores, entre los cuales cuentan los procesos objetivos y moleculares que afectan las experiencias de millones de seres humanos, independientes de la acción y la voluntad de los revolucionarios; estos últimos pueden acelerar algunos procesos, pero no determinar el curso de la historia. Pero en el pensamiento de la CI la historia pasaba a depender de la habilidad de los militantes para desplegar el método político recomendado Trotski, porque el resto de las condiciones objetivas "estaban dadas". Cliff Slaugther, en el prólogo del PT que hemos mencionado, expresa muy claramente esta idea; afirma que la crisis económica (de los ochenta)

... genera situaciones revolucionarias en la lucha de clases que requieren la construcción de una dirección alternativa, que sólo será construida por los cuadros del Comité Internacional [fracción de la CI en que militaba CS], y la responsabilidad por su éxito o fracaso es nuestro y sólo nuestro (énfasis agregado).

De allí el rol "decisivo" que se otorga en la CI a la táctica transicional "precisa" y a su agitación sin fisuras.

Por supuesto, estas nociones indujeron al desprecio del combate ideológico y de las complejidades de la lucha política. Ellos fueron suplantados por la política de "exigencias" a las direcciones, que encontraba su fundamento en la idea de las "masas quieren luchar pero los dirigentes las traicionan". Por eso, en lugar de contestar el discurso político de esas direcciones, las organizaciones trotskistas repetían monótonamente las acusaciones a los "traidores", acompañadas de las más insólitas exigencias de "planes de lucha para imponer programas transicionales", que a nadie conmovían (volvemos sobre este importante asunto).





La conciencia burguesa de las masas en el PT



Todo lo anterior nos conecta con otro tema que "brilla por su ausencia" en el PT: la influencia de la ideología democrático burguesa entre los explotados. Destaquemos que en 1938 la respuesta de la burguesía al peligro revolucionario no fue sólo el fascismo, porque también la democracia burguesa tuvo incidencia sobre los trabajadores. La ideología democrática se reforzaba por el ejemplo de la dictadura stalinista, que se identificaba en la conciencia de los explotados con el comunismo. Sin embargo esta cuestión desaparece del PT como un problema; las ilusiones democráticas sólo son tratadas en relación a los regímenes fascistas o los países atrasados, pero no con respecto a la democracia burguesa de los países adelantados. Es muy significativo que en las explicaciones de Trotski sobre cómo aplicar el PT en Estados Unidos, donde la democracia burguesa era sólida y la CI tenía su sección más importante, no haya una sola referencia a la cuestión; tampoco en el PT se plantea ninguna política específica para enfrentar las ilusiones democráticas de las masas estadounidenses . Cuando en las discusiones con sus partidarios Trotski analiza las perspectivas que abriría la generalización de la consigna de partido obrero, prevé que la única respuesta de la burguesía serían las bandas fascista; no menciona siquiera la posibilidad de que la clase dominante lograra "socialdemocratizar" y burocratizar al eventual partido de los trabajadores . De conjunto, la idea que recorre el PT es que la democracia burguesa está "liquidada" a nivel mundial. Por eso presenta una previsión infantilmente optimista sobre cómo se desarrollaría un futuro ascenso revolucionario en Alemania: antes de que se convocara una Asamblea Constituyente, dice, el territorio alemán se poblaría de soviets, el proletariado no se detendría a resucitar la democracia burguesa y los líderes reformistas no tendrían posibilidad de dirigir el proceso de ascenso antifascista.

Sin embargo, lo más importante es que cuando la democracia burguesa ya se consolidaba en Europa, Japón y Norteamérica en la posguerra la CI no se sintió obligada a modificar aquellos análisis En las décadas que siguieron al fin de la guerra los trotskistas europeos o estadounidenses siguieron afirmando que las respuestas para su actividad se encontraban en un programa que ni siquiera mencionaba la cuestión de la democracia burguesa en sus países, porque estaba "liquidada". Pero como sucede siempre que en política se quiere desconocer un problema real, lo que se despedía por la puerta terminó entrando por la ventana de la CI, y de tan mala forma que muchas organizaciones, cuando "tropezaron" con la democracia, se desbarrancaron en el oportunismo.





Síntesis provisoria



Antes de abordar el método de la agitación transicional, recapitulemos brevemente los puntos básicos del PT que hemos analizado:

a) las fuerzas productivas están estancadas, la burguesía no tiene otra salida que el fascismo, no puede dar ninguna concesión. Sin embargo esto se combina con una visión subjetivista, idealista, sobre las posibilidades de la alta burguesía de dirigir la marcha de la economía a voluntad.

b) las masas están radicalizadas a pesar de las derrotas y sólo las frenan sus direcciones. Los obreros de vanguardia "ya saben" que la CI dirigirá revoluciones tan importantes como la alemana e italiana.

c) la democracia capitalista no tiene fuerza; la ideología burguesa desaparece como problema (la burguesía no puede dar ninguna concesión).

d) la crisis de la humanidad se reduce entonces a la crisis de la dirección revolucionaria del proletariado.







CAPÍTULO 2: LA POLÍTICA TRANSICIONAL





La lógica política del PT



Siguiendo una definición que tomamos de Lenin, se puede decir que las reivindicaciones mínimas son aquellas que, en principio, no cuestionan la propiedad privada capitalista ni su Estado; así, son demandas mínimas las de aumento de salarios, libertad a los presos políticos, derecho al voto, e infinidad de otras reivindicaciones elementales de las masas explotadas y oprimidas . Estas demandas siempre constituyeron un apartado especial de los programas tradicionales de los partidos obreros, conocido como el programa mínimo. Por otro lado, se enunciaba el objetivo de la toma del poder y las medidas de socialización, que conformaban el programa máximo de los partidos socialistas o comunistas; y las medidas transicionales son aquellas que, sin ser socialistas, son sin embargo incompatibles con la propiedad privada capitalista. Entre las más conocidas encontramos el reparto de las horas de trabajo (hasta acabar con la desocupación) sin disminución salarial; la obligación de trabajar; la anulación de la propiedad privada de la tierra ; la abolición del secreto comercial y el control obrero; la nacionalización de la banca y su puesta bajo el control obrero.

La primera característica del PT, que lo distingue de los programas precedentes, es que desaparece el programa mínimo como un apartado específico y separado de las consignas de máxima. Trotski critica la división entre programa máximo y mínimo, dando a entender que fue propia (?y exclusiva?) de la socialdemocracia anterior a la Primera Guerra:

La socialdemocracia clásica, que desplegó su acción en la época del capitalismo progresivo, dividía su programa en dos partes independientes una de otra: el programa mínimo, que se limitaba a algunas reformas dentro de la sociedad burguesa, y el programa máximo, que prometía para un porvenir indeterminado el reemplazo del capitalismo por el socialismo. Entre el programa máximo y el programa mínimo no existía puente alguno. La socialdemocracia no tenía necesidad de ese puente porque sólo hablaba del socialismo en los días de fiesta.

En la época imperialista las demandas mínimas exigirían su combinación inmediata con las consignas transicionales:

En la medida en que las viejas reivindicaciones parciales, mínimas, de las masas entran en conflicto con las tendencias destructivas y degradantes del capitalismo decadente -y eso ocurre a cada paso- la Cuarta Internacional auspicia un sistema de reivindicaciones transitorias, cuyo sentido es el de dirigirse cada vez más abierta y resueltamente contra las bases del régimen burgués. El viejo "programa mínimo" es superado por el "programa transicional", cuyo objetivo consiste en la movilización sistemática de las masas para la revolución proletaria (énfasis agregado).

De acuerdo a esto, en el trotskismo reinó indisputada la creencia de que el uso de las reivindicaciones mínimas, desligadas de las consignas "superadoras", era sinónimo de oportunismo.

En segundo lugar, el PT es concebido como un programa para la acción hacia la toma del poder:

... nosotros no hablamos sobre la revolución social, sobre la toma del poder por la insurrección, la transformación de la sociedad capitalista en la dictadura, de la dictadura en la sociedad socialista. Lleva al lector sólo hasta el umbral. Es un programa de acción desde hoy hasta el comienzo de la revolución socialista .

Por este motivo el PT presenta un sistema de consignas que desembocan en la formación de soviets y el doble poder, "punto culminante del período de transición". Esto determina en gran medida la perspectiva del programa, porque la clave serán las consignas transicionales para movilizar, sin especificar la relación que guardan con el poder.

La tercera característica del PT es que se propone movilizar a las masas mediante la agitación de las demandas transicionales; el objetivo es "la movilización sistemática de las masas para la revolución proletaria" (aun siendo la CI extremadamente pequeña). En las conversaciones con sus partidarios, Trotski insiste:

Toda la cuestión es cómo movilizar a las masas para la lucha .

A estos efectos, y esto determina la cuarta característica de la metodología propuesta por Trotski, los revolucionarios debían concentrar la atención en sólo una o dos consignas. En el curso de las discusiones sobre el programa Trotski explicita esta lógica de acción política, al proponer para Estados Unidos la agitación por la escala móvil de salarios y horas de trabajo. Afirma que los trabajadores norteamericanos son empíricos, y que los partidos políticos tuvieron éxitos levantando una o dos consignas que se popularizaban. Estas consignas "se expanden como fuego salvaje entre las masas" y cuando éstas ven que la panacea falla, "esperan por una nueva". En 1938 el problema más grave era la desocupación y Roosevelt proponía un programa de obras públicas. Trotski explica que la plena ocupación solo podía lograrse con la escala móvil de horas de trabajo y de salarios. Había que concentrar la atención en ese punto, en una consigna que resumiera "el socialismo en pequeño":

Creo que podemos concentrar la atención de los trabajadores en este punto. Naturalmente éste es sólo un punto. En principio esta consigna es totalmente adecuada ... Pero las otras consignas pueden agregarse en la medida en que se desarrolle la situación. (...) Pienso que en el comienzo esta consigna [escala móvil de salarios y horas de trabajo] será adoptada por las masas. ?Qué es esta consigna? En realidad es el sistema de trabajo en la sociedad socialista. ... Lo presentamos como una solución a esta crisis ... Es el programa del socialismo, pero presentado de una manera muy simple y popular .

Alguien pregunta sobre las posibilidades de lograr estas reivindicaciones bajo el capitalismo. Trotski explica:

Es más fácil derribar al capitalismo que lograr esta demanda bajo el capitalismo. Ninguna de nuestras demandas se realizarán bajo el capitalismo .

Sin embargo, ya vimos que en el PT la cuestión de la posibilidad o imposibilidad del logro de esta consigna bajo el capitalismo se remite a "la relación de fuerzas"; allí se sugiere que esta explicación debería esgrimirse frente a las objeciones contrarias a la movilización. Sin embargo, a nivel del análisis, el PT insiste en que

Ninguna de las reivindicaciones transitorias puede ser completamente realizada con el mantenimiento del régimen burgués.

Veremos luego las razones de por qué en la actividad de agitación esta advertencia no puede difundirse, so pena de anular la política propuesta.





Las consignas transicionales en Marx y Engels



Una de las cuestiones que alentó la aceptación de la metodología transicional en la CI fue la creencia de que, de alguna manera, el PT recogía lo mejor de las tradiciones revolucionarias del marxismo, y en particular de la política de los bolcheviques en 1917. Esta idea se afirma en el punto 3 de los Estatutos de la CI:

En su plataforma la Cuarta Internacional concentró la experiencia internacional del movimiento marxista revolucionario, y especialmente aquella que surge de las conquistas socialistas de la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia

El mismo Trotski se vio a sí mismo como el guardián e indispensable transmisor de aquella experiencia . En la CI tampoco se hizo algún estudio más o menos profundo (por lo menos hasta donde conocemos) de cómo se habían utilizado las demandas transicionales en el pasado, y de esta manera se aceptó que la política del PT era, en esencia, la misma que la aplicada por Marx en períodos revolucionarios o por los bolcheviques en 1917. Todo esto contribuyó a dotar al PT de un prestigio de "táctica probada". Pero esta creencia no se ajusta a la verdad histórica; la metodología transicional recomendada por Trotski es distinta a como fue concebida por Marx, Engels, Rosa Luxemburgo o Lenin. Para demostrarlo nos es preciso desarrollar con alguna extensión la historia de los programas transicionales en el marxismo.

Según Marx y Engels, las medidas transicionales debían concebirse en función de un desarrollo revolucionario. Engels explicó esta cuestión en el curso de una polémica con Heinzen, un demócrata "radical". Heinzen pregonaba las reformas sociales que los comunistas planteaban "como preparación para la abolición de la propiedad privada" (es decir, las demandas transicionales); entre ellas la restricción de la competencia, la limitación o supresión del derecho de herencia, la organización del trabajo por el Estado. Como explica Engels, se trata de medidas que en sí mismas no se sostienen, porque una enlaza con la otra y obliga al proletariado

a ir más y más hacia adelante, hasta la abolición de la propiedad privada, para no perder lo ya ganado .

Sin embargo en manos de Heinzen las consignas transicionales se convertían en un dislate porque éste no las ponía en íntima relación con una situación insurreccional:

No ... las relaciona con una situación revolucionaria, sino con una situación pacífica, burguesa.

Como explica Engels, en condiciones de dominio "normal" de la burguesía no se pueden contestar "las correctas objeciones" que hacen los economistas burgueses. Por fuera de la acción revolucionaria, las medidas transicionales se convierten incluso en reaccionarias y "están destinadas a sucumbir". En cambio esas objeciones burguesas

... pierden toda su fuerza tan pronto se consideran las reformas sociales, apuntadas como "pures mesures de salut public", como medidas revolucionarias y transitorias...

Heinzen, por el contrario, planteaba las demandas transicionales en forma aislada, como si en sí trajeran soluciones a las masas:

Pero el señor Heinzen presenta estas propuestas como medidas fijas y últimas. No como medidas preparatorias, sino como medidas definitivas, no como medios, sino como fines.

Por todo esto es esencial comprender que estas medidas

... son posibles porque está tras ellas todo el proletariado puesto de pie, apoyándolas con las armas en la mano.

Engels insiste en un punto central: si estas medidas se presentan en un contexto no revolucionario y separadas "del desarrollo de la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía" aparecen como "quimeras de mejoramiento del mundo, fruto de una especulación arbitraria" y no entroncan "con el desarrollo histórico"; es como si se quisiera modificar el derecho de propiedad y de herencia "a gusto y antojo" ..

Siguiendo estos criterios, Marx y Engels presentaron un programa transicional en El Manifiesto Comunista, en el capítulo titulado "Proletarios y Comunistas". Con mucha precisión los autores del Manifiesto explican que cada una de las medidas transicionales sólo adquiere sentido en relación con todo el resto, porque en sí misma cada una es "insuficiente e insostenible":

...desde el punto de vista económico parecerán insuficientes e insostenibles, pero que en el curso del movimiento se sobrepasarán a sí mismas y serán indispensables como medio para transformar radicalmente todo el modo de producción .

A su vez aclaran que "el primer paso" para la aplicación de este programa es la elevación del proletariado a clase dominante.

Después de 1848 no encontramos muchas referencias de Marx o Engels a las demandas transicionales. Sin embargo, en una carta de 1881, Marx se refiere al pasar a las demandas transicionales en el mismo sentido que en 1848; se burla de quienes pretendían aplicar una política transicional en condiciones de dominio normal de la burguesía e insiste en que esas medidas "son y deben ser contradictorias en sí mismas" .





Las consignas transicionales en la política leninista



Con respecto a Lenin, es importante examinar su política ante dos coyunturas claves: la Primera Guerra y los meses previos a la toma del poder, en 1917. Analizaremos luego las políticas de Lenin y Trotski frente a la guerra y ahora nos concentraremos en la orientación de 1917.

De acuerdo a los parámetros que se manejaron tradicionalmente en la CI, la situación posterior a la revolución de febrero constituiría un escenario privilegiado para la agitación de las demandas transicionales en el sentido en que lo recomendaría luego Trotski en los años treinta. Sin embargo el texto fundamental en que se fija la estrategia y táctica bolcheviques hacia la toma del poder, las conocidas "Tesis de abril" , están muy alejadas de la metodología del PT, como lo muestra un análisis medianamente pormenorizado de las mismas.

Una primera cuestión vital que enfrentaban los bolcheviques era la actitud ante el "defensismo revolucionario" de mencheviques, socialrevolucionarios y otros partidarios del gobierno provisional. "Si no continuamos la guerra, si no nos defendemos de los alemanes, éstos entrarán en Petrogrado y Moscú y ahogarán a los soviets en sangre", decían. Las masas eran permeables a este argumento "de izquierda", lo que representaba un inmenso peligro para el desarrollo de su conciencia socialista. La primera tesis orienta sobre la respuesta de los bolcheviques al defensismo de izquierda; lejos del "agitativismo transicional" que luego postularía la CI, Lenin explica que a

las grandes capas de la masa de partidarios del defensismo revolucionario ... es preciso explicarles su error de un modo particularmente minucioso, paciente y perseverante.

Había que demostrar

la ligazón indisoluble que existe entre el capital y la guerra imperialista, y demostrarles que sin derribar el capital es imposible poner fin a una guerra con una paz verdaderamente democrática...

Estrechamente ligado a lo anterior estaba la actitud ante el Gobierno Provisional. La tercera tesis dice que hay que demostrar la falsedad absoluta de todas las promesas", "desenmascarar a este gobierno, que es un gobierno de capitalistas, en vez de "exigir" que deje de ser imperialista, cosa inadmisible y que no hace más que despertar ilusiones". En la cuarta se insiste en el rol de la propaganda y la agitación educativas:

Explicar a las masas que los soviets de diputados obreros son la única forma posible de gobierno revolucionario ... nuestra misión sólo puede consistir en explicar los errores de su táctica de un modo paciente, sistemático, tenaz y adaptado a especialmente a las necesidades prácticas de las masas. Mientras estemos en minoría desarrollaremos una labor de crítica y esclarecimiento de los errores ...

En un trabajo posterior Lenin respondería a Kamenev, que criticaba la orientación "propagandista" de las Tesis, con estas palabras:

?Acaso no es precisamente el trabajo de los propagandistas en este momento lo más necesario para liberar la línea proletaria de los vapores tóxicos del defensismo "masivo" y pequeñoburgués? .

La quinta tesis propone consignas transicionales, tales como la elegibilidad y revocabilidad de los funcionarios, y salarios iguales a los salarios obreros, pero no como demandas al gobierno provisional, sino para ser aplicadas por los Soviets de obreros y campesinos en el poder. La sexta dice que la nacionalización de la tierra debía ser aplicada por los soviets, es decir, tampoco la exige al gobierno. Las propuestas de las tesis séptima y octava -fusión de los bancos en un Banco único bajo control de los soviets e instauración del control obrero- son presentadas como medidas a adoptar desde el poder de los soviets . La novena, si bien está destinada a las tareas del partido, en su punto b) señala la necesidad de modificar el programa mínimo, "ya anticuado"; no dice que el programa mínimo debe desaparecer, sino debe reformarse .

Un criterio central que domina estas tesis, y el conjunto de la política leninista, es la cuestión de cómo y quién aplica una consigna. Lenin plantea que los revolucionarios siempre deben preguntarse por las condiciones de aplicabilidad de la consigna, y clarificarlas frente a los trabajadores. Este tema aparece muy claramente expresado en las discusiones que se desarrollan a lo largo de 1917 sobre las consignas de "control" de las masas sobre el gobierno y los capitalistas. Los líderes del bloque pequeñoburgués pregonaban el control y esta orientación fue apoyada por algunos dirigentes bolcheviques de Moscú. En la Conferencia del partido Lenin explica:

El control sin el poder en las manos no es más que una frase vacía. ?Cómo voy a controlar yo a Inglaterra? Para ello tendría que apoderarme de su flota .

Luego de admitir que la masa de obreros podía creer, ingenua e inconscientemente en el control, pero que en realidad esa creencia era "una desviación de los principios básicos de la lucha de clases", continúa:

?Qué es el control? Si yo escribo un papel o una resolución cualquiera, ellos escribirán una contrarresolución. Para controlar hay que tener el poder ... si encubro esta condición fundamental del control, no digo la verdad y hago el juego a los capitalistas e imperialistas ... Sin poder, el control no es más que una frase pequeñoburguesa que frena la marcha del desarrollo de la revolución rusa" (énfasis agregado).

La cuestión es tratada otra vez en mayo de 1917, en un pequeño artículo titulado "Se han olvidado lo principal", en alusión al "olvido" de las condiciones reales para la realización de las promesas que pregonaban los populistas. Estos hablaban, por ejemplo, de la fijación de límites máximos para los alquileres mientras durase la guerra, de la requisición de víveres para asistir a la comunidad, de la organización de proveedurías sociales, comedores y cocinas. Lenin opone a estas promesas vacías las condiciones para su logro: ningún apoyo a la guerra, ni al gobierno capitalista e impedir el restablecimiento de la policía para sustituirla por una milicia general del pueblo; sin poder armado (milicia general del pueblo) era imposible imponer esas medidas.

Luego, polemizando con Avilov, un menchevique que proponía en los soviets que el Estado actuara "contra la rapacidad capitalista", que "asumiera el control de los negocios", aupado en "la intervención de la democracia revolucionaria", Lenin escribe:

?No es ridículo apelar contra la "política de rapacidad de los capitalistas" al Estado de los capitalistas? .

Por otra parte, en su folleto El Estado y la revolución hace una referencia expresa a demandas transicionales que llevan hasta las últimas consecuencias la reivindicación del democratismo radical de las masas:

La completa elegibilidad y la revocabilidad en cualquier momento de todos los funcionarios, la reducción de su sueldo hasta los límites del "salario corriente de un obrero", estas medidas democráticas, sencillas y "comprensibles por sí mismas", al mismo tiempo que unifican en absoluto los intereses de los obreros, sirven de puente que conduce del capitalismo al socialismo. Estas medidas atañen a la reorganización estatal, puramente política, de la sociedad, pero es evidente que sólo adquieren su pleno sentido e importancia en conexión con la "expropiación de los expropiadores" ya en realización o en preparación, es decir, con la transformación de la propiedad privada capitalista sobre los medios de producción en propiedad social (énfasis agregado)

De nuevo vemos que no son medidas a "exigir" al Estado burgués, sino consignas "puente" que profundizan el movimiento revolucionario en curso y adquiren sentido en relación con las expropiaciones, con la toma del poder. En el curso de nuestra discusión volveremos sobre ejemplos de la política leninista que preparó la toma del poder.

En lo que respecta a la Tercera Internacional -bajo conducción de Lenin- también es significativo que tratándose de un período globalmente revolucionario no se haya votado un programa de transicional para el conjunto de los países, ni siquiera para Europa, donde la lucha de clases había adquirido mayor agudeza. El Cuarto Congreso destacó la importancia para el desarrollo del movimiento revolucionario de las consignas transicionales, pero advirtió sobre sus peligros oportunistas en caso de que no se especifiquen las condiciones bajo las cuales pueden utilizarse En la Resolución sobre Programa se recomienda la elaboración de programas nacionales en los que pueden incluirse consignas transicionales, y se subraya la necesidad de precisar las condiciones bajo las cuales pueden lanzarse; no se las considerada una panacea, para ser agitadas en todo momento y lugar, en condiciones de dominio "normal" de la burguesía.





3.-Las consignas transicionales en la política leninista"Catastrofismo" y oportunismo



Por otra parte, las tesis "catastrofistas" sobre la imposibilidad permanente y absoluta de la burguesía no preservan a un partido del oportunismo. Es importante discutir este tema porque en la CI muchos compañeros piensan que se es "más revolucionario" cuanto más incendiarios sean los análisis, cuanto más se insista en la situación "sin salida" de los enemigos y en la imposibilidad de reformas; de allí concluyen en que no hay idea más revolucionaria que la tesis de que las luchas por demandas elementales lleva al socialismo.

Pensamos que en este punto también tuvo razón Lenin, cuando alertó sobre los peligros oportunistas que se derivarían de esta concepción. En un borrador de crítica a un trabajo de Zinoviev, explica:

... lo principal en su idea -errónea de raíz- es que "sus reivindicaciones (las mínimas del programa) ... en su conjunto dan como resultado la transición a un régimen social basado en principios diferentes". ?Esto es absolutamente erróneo! Ni esas reivindicaciones mínimas del programa ni todo el conjunto de la reivindicaciones mínimas del programa ofrecen jamás la transición a un régimen social basado en principios diferentes. Pensar así es pasarse al principio del reformismo, es abandonar el punto de vista de la revolución. ...

El programa mínimo es un programa que, por sus principios, es compatible con el capitalismo y no rebasa su marco. ...

Sólo puede decirse que en la práctica, lo más probable es que toda lucha seria por grandes reivindicaciones del programa mínimo pueda desembocar en la lucha por el socialismo y nosotros en todos los casos tendemos a ello (énfasis en el original).

?Por qué Lenin dice que pensar en que la lucha por el programa mínimo lleva siempre al socialismo es "pasarse al principio del reformismo" y "abandonar el punto de vista de la revolución"? La razón es sencilla: si un grupo revolucionario considera que la burguesía no puede conceder ninguna reforma, concluirá en que la lucha por alguna reivindicación reformista "seria" llevará a las masas a la lucha por el poder. De allí habrá una tendencia a prescindir de las explicaciones que deben rodear una demanda, que precisan las condiciones para que su aplicación sea revolucionaria y no oportunista.

Es muy importante tener presente esta cuestión cuando se milita con consignas democrático burguesas, referidas al régimen político. Un ejemplo de adónde conduce la concepción catastrofista en este terreno nos lo proporciona N. Moreno. El dirigente de la LIT consideraba que existía una tendencia permanente del imperialismo y de las burguesías a los regímenes totalitarios , razón por la cual, pensaba, las consignas democráticas adquirían un contenido "objetivamente socialista" .. Esto explica que muchos grupos de la corriente que dirigía agitaran, frente a dictaduras militares, la demanda de Asamblea Constituyente, libre y soberana, sin ligarla al poder obrero. "De por sí", sostenían, "la consigna apunta a la revolución proletaria, porque ningún sector de la burguesía quiere ni está dispuesto a conceder la democracia".

En cambio, si partimos de la idea de que la burguesía utiliza la democracia para engañar y someter a los explotados y que la democracia -restringida, amañada- es el régimen "normal" para la acumulación capitalista, entonces aparecerá claramente el error, oportunista, de considerar que la agitación de las demandas democráticas es "en sí" socialista y lleva al enfrentamiento con el capitalismo. Nuevamente es interesante rescatar el abordaje leninista del problema, muy distinto al que primó en la LIT y otros grupos (no todos) de la CI. En la obra de Lenin es una constante la denuncia de las posibilidades de maniobras democráticas de la burguesía; maniobras que podían empantanar al movimiento revolucionario y llevarlo a un callejón sin salida. Por esa razón el líder del bolchevismo explicaba, en los años prerevolucionarios, que la burguesía podía llegar a una salida democrática "pactada" con el zarismo, y llamar a una Asamblea Constituyente; esto es, llevar al movimiento de masas al "aborto constitucional" (Lenin). Este peligro no se eliminaba agitando más frenéticamente la demanda de Asamblea Constituyente, sino explicando a las masas que una Asamblea verdaderamente libre y democrática sólo podría ser convocada por un gobierno de los obreros y campesinos, surgido de la insurrección . Después de la revolución de febrero de 1917 Lenin tampoco descartó que la burguesía terminara convocando a la Asamblea Constituyente, y por eso insiste a lo largo de los meses que preceden a la revolución en que una Asamblea libre sólo podían convocarla los Soviets, desde el poder . Nunca se le ocurrió exigir la Asamblea Constituyente al Gobierno Provisional, en la esperanza de que las masas "vieran" la imposibilidad de obtenerla bajo el capitalismo y derribaran a la burguesía. Pero ésta es la táctica que luego intentarían aplicar -sin ningún éxito- infinidad de partidos trotskistas. Su fundamentación última está en la visión de la "crisis sin salida" de los regímenes y de la política burguesa.



"Arrancar" la movilización y agitar "una o dos consignas"



Otra idea del PT que debe criticarse es que un pequeño grupo arrancar a los trabajadores de su apatía y generar movilizaciones de masas. Hay que comprender que las movilizaciones son fenómenos objetivos; no es posible provocarlas con la agitación, por más correcta que sea la consigna, por más unificadamente que trabaje el grupo. Al intentarlo, los grupos de izquierda caen en remedos grotescos de los partidos con inserción, con consecuencias políticas y organizativas nefastas. Los revolucionarios deben intentar influir desde el seno del movimiento, tomando la lucha tal como se da, para desarrollar sus tendencias progresivas y explicar las perspectivas más generales del combate en curso. Esta era la concepción que presidía el accionar de Marx, Engels y Lenin, que les permitía acercarse al movimiento de obrero sin ultimatismos, mantener una actitud unitaria en las luchas concretas -a diferencia de los partidos que dividen por lo táctico- y una crítica al oportunismo. Desde sus años de juventud Marx había adquirido conciencia de que la misión de los pequeños grupos no podía consistir en "bajar línea táctica" al movimiento de masas. En un pasaje de su carta a Ruge de setiembre de 1843 decía:

No compareceremos, pues, ante el mundo en actitud doctrinaria, con un nuevo principio: ?he aquí la verdad, postraos de hinojos ante ella! ... No le diremos: desiste de tus luchas, que son una cosa necia; nosotros nos encargaremos de gritarte la verdadera consigna de lucha. Nos limitaremos a mostrarle por qué lucha, en verdad, y la conciencia es algo que tendrá necesariamente que asimilarse, aunque no quiera .

En el Manifiesto Comunista Marx y Engels sintetizan la actividad de los comunistas diciendo que éstos no se distinguen por dar precisiones "tácticas" al movimiento

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