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Rebelión en los Edificios Olvidados de Ingeniería
Por Rubén Bocasucia (((i))) - Tuesday, Apr. 06, 2004 at 6:42 PM
autroja@hotmail.com

La Facultad de Ingeniería de La Plata queda en calle 1 entre 47 y 48.

La Facultad de Ingeniería de La Plata queda en calle 1 entre 47 y 48. En realidad, ahí sólo queda el Edificio Central, lugar donde se realizan trámites administrativos y de inscripción, donde tiene su despacho el Decano y donde el resto de este espacio (desde hace unos años) se ha ido vaciando de aulas en las que se cursaba y se ha ido llenando de oficinas de dudoso beneficio para el estudiantado. Es un edificio que ha sido reciclado y decorado, pareciendo por momentos, uno de esos shoppings de medio pelo que pululan por distintas calles céntricas. Nada que ver con la docena de edificios olvidados (donde cursamos miles de estudiantes de la facultad) y que se encuentran apilados detrás del Edificio Central. Ahí, la realidad es muy distinta.
Lo último que se trasladó del Edificio Central (casi a fines del año pasado) fue la Biblioteca a lo que era el aula de Física, unos cien metros del Edificio Central. A su vez, el Gabinete de Física pasó al Edificio de Hidráulica, unos doscientos metros del Edificio Central. El edificio más lejano es el Departamento de Agrimensura, que está a unos 400 metros del Edificio Central, limitando con la facultad de Arquitectura, las vías del Ferrocarril Roca, el Hipódromo y la villa de los travestis. Pareciera que la distancia al Edificio Central fuera directamente proporcional al abandono de cada edificio.
A partir de Mayo del 2001, una alianza entre camarillas reaccionarias de profesores y egresados (con el decano Giovambattista a la cabeza) se apoderó del gobierno de la facultad. La camarilla de profesores está integrada en su mayoría, por viejos decadentes que vienen de la época de la Dictadura, profesores que, entre otras cosas, avalaron y promovieron en su momento, el arancelamiento (decreto 279/81) que se llegó a implementar en el primer semestre del ‘82. Es decir, gorilas de mierda que tienen una idea fija: expulsar de la facultad a la mayor cantidad de alumnos. La camarilla de egresados está conformada en su mayoría, por ingenieros ex-integrantes del MEI (Movimiento Estudiantil Independiente, independientes de derecha) una agrupación ahora desaparecida del estudiantado, pero que fue conducción del Centro de Estudiantes en el período ‘75-‘94 (con Javier Rojas como su dirigente más notorio y recalcitrante) y con el «extraño privilegio» de haber sido el único Centro de Estudiantes de la ciudad que se mantuvo funcionando durante la Dictadura. Los ex-MEI están acobachados en todos los edificios y laboratorios, donde ocupan importantes y estratégicos cargos, desde donde agitan y se organizan agazapados. Dos joyitas, que para mayo de este año tienen pensado poner a un monigote de Decano (el ingeniero Maza), para garantizar el continuismo reaccionario.
Desde que asumió esta «nueva» (y podrida) conducción en la facultad, todo su accionar ha sido en perjuicio de los estudiantes. Se aumentó la nota para promocionar una materia (de 4 a 6), se eliminaron los exámenes flotantes y los cursos de verano, se intentó quitar al Centro de Estudiantes el acceso a la imprenta, se disminuyeron las becas, etc... Pero lo más grave de todo fue que en el año 2002 se votaron (siguiendo los lineamientos que exige al Banco Mundial) nuevos planes de estudio para todas las carreras de la facultad, que se comenzaron a implementar con los ingresantes del 2003. Desde entonces, se partió al estudiantado en dos: los alumnos del «plan viejo» (plan ‘88) y los alumnos del «plan nuevo» (plan ‘02).
Las autoridades pensaron que a principios de este año, los estudiantes del plan ‘88 se iban a pasar masivamente al plan ‘02, pero esto no sucedió. Además de que en carreras como Agrimensura, pasarse de plan significa aumentar en un año la carrera, en las 11 especialidades la cosa se complica porque desaparecen varias materias básicas, aparecen otras nuevas, hay materias que se «injertan» en otras dos o tres, en fin, un montón de complicaciones que terminarán perjudicando de manera importante al que piense en cambiarse de plan. A pesar de que las autoridades se desviven por mostrar lo «bueno» del cambio (como por ejemplo, tener habilitación internacional ¿?) en el estudiantado se empezó a manifestar una resistencia pasiva e individual, que se transformó en activa cuando empezaron las cursadas del primer cuatrimestre y se pudo comprobar que los del plan ‘88 pasamos a ser estudiantes de segunda respecto a los del plan ‘02; por ejemplo, se crearon muchos cursos para el plan nuevo pero debido a que la mayoría no se cambió de plan, la relación docente-alumno para los del plan ‘02 es 1-20, mientras que para nosotros es... ¡1-100!
El Centro de Estudiantes de Ingeniería está conducido desde noviembre del ‘94 por la Lista Unidad, integrada mayoritariamente por la CEPA (Corriente Estudiantil Popular Antiimperialista, brazo estudiantil del Partido Comunista Revolucionario, de orientación mao-stalinista). Un puñado de cuadros bastante consecuente (encabezados por Darío Giussi) hizo un trabajo metódico, con verdadera «paciencia china» y esperó el momento oportuno; en el camino quedaron otras corrientes «impacientes» como el PC, los troskos y el reformismo socialdemócrata. El momento llegó a mediados de los ‘90, cuando importantes sectores de la clase media (clase mayoritaria en el estudiantado) empezaron a manifestar un creciente descontento con el gobierno nacional de Menem y la situación social, en particular, con los recortes al presupuesto para la educación. Si a esto se le suma que los cuadros históricos del MEI ya no frecuentaban las aulas porque casi todos se habían recibido (y los pibes nuevos no sólo eran pocos sino también muy «tiernos» e inexpertos políticamente) y además, que el PCR se volcó masivamente a militar en la facultad con todo su aparato, no resultó complicado que la CEPA se quedara con su primer Centro de Estudiantes en la UNLP desde el retorno democrático (en la actualidad, la CEPA dirige cinco Centros y es la corriente estudiantil mayoritaria en la Universidad). Así, «los chinos» hicieron de Ingeniería su bastión, desde donde se proyectaron hacia otras facultades y la FULP (Federación de Estudiantes de La Plata), mientras el MEI firmaba su acta de defunción.
Durante algunos años, la CEPA logró afianzarse en Ingeniería. Llegaron a quedar como lista única (por períodos hasta el 2001) ganando varias veces, el Centro y los cuatro Consejeros Académicos. Se manejan con asambleas generales y por curso y, sobre todo, revitalizando el Cuerpo de Delegados. Fue así como consiguieron nuclear a un activismo joven y numeroso, que los expandió tanto cuantitativa como cualitativamente. Pero como el PCR es una organización ultraverticalista y lo que se decide arriba se acata, cuando los burócratas del Comité Central decidieron que era más importante expandir este proceso de la manera que sea (sin respetar su propio tiempo, sino el que impone la coyuntura) comenzó el desangre. Primero a través de los GTB (Grupos de Trabajo Barrial), una iniciativa para volcarse desde la facultad al trabajo territorial y afianzar la CCC en los barrios; después, «mandando» militantes a otras facultades para fortalecer la pelea por el manejo de los otros Centros. Era hasta cómico ver estudiantes de ingeniería (tan analíticos, esquemáticos y probabilísticos como somos) cursando materias «humanísticas» en Bellas Artes, Humanidades o Trabajo Social. Por una cuestión de cercanía espacial, la facultad que más militantes «se chupó» fue Arquitectura, donde la CEPA ganó el Centro en noviembre de 2001.
Desde un punto de vista (el del partido) esta política fue «exitosa» ya que con el derrumbe del gobierno de De la Rúa, la Franja Morada (brazo estudiantil de la Unión Cívica Radical) quedó políticamente hecha mierda. Esto posibilitó que la CEPA con cuatro Centros (Ingeniería, Bellas Artes, Humanidades y Arquitectura) en alianza con el M-31 (Quebracho) que conducía otros cuatro Centros (Exactas, Informática, Trabajo Social y Naturales), le arrebataran la FULP el 19 de diciembre a la noche. Después la Franja intentó impugnar el Congreso del 19, ya que se había realizado bajo el estado de sitio dictado en todo el país; pero los acontecimientos posteriores hundieron a todo el radicalismo (uno de los dos partidos pilares del régimen) en su crisis más profunda e irreversible.
Hasta acá, todos los «éxitos» de esta política expansiva; pero en Ingeniería, al mismo tiempo, se empezaron a sentir los fracasos. A la ya mencionada asunción de las nuevas autoridades en Mayo de 2001, se le sumó a las pocas semanas (¡oh casualidad!), el surgimiento de AL. Fa. I (Alumnos de la Facultad de Ingeniería, independientes de derecha), una nueva lista, bastante fogoneada por los ex-MEI desde los cargos que ocupan, pero aprovechando sobre todo, el parate del Centro de Estudiantes en los últimos tiempos, situación originada en el vacío dejado por la «emigración» de militantes de la CEPA hacia otras facultades y hacia la FULP. Y en política, los espacios vacíos (más temprano que tarde) alguien los llena.
AlFa I no sólo aprovechó muy bien este vacío, sino también el malestar generado en buena parte del estudiantado porque, como muchos sabían, hubo recursos del Centro de Estudiantes que se destinaron a esta «expansión» de la CEPA. Por eso, uno de sus puntos fundacionales (y que tuvo bastante aceptación) fue «volver» a poner el Centro de Estudiantes al servicio de los estudiantes de Ingeniería. Un legítimo reclamo de autonomía, hábilmente manipulado por la derecha. Para colmo, en ese año, una toma prolongada de la facultad (que respondía más a cuestiones coyunturales) fue llevada adelante por pocos alumnos (los militantes de la CEPA que quedaron y algunos más), perjudicando a muchos estudiantes que no comprendían exactamente los motivos de la toma, descontento que también supo canalizar AlFa I.
En Noviembre de 2001 (su primera presentación), AlFa I estuvo a punto de arrebatarle el Centro a la Lista Unidad: sacó más del 40 % teniendo desde entonces, un consejero estudiantil. Al año siguiente perdieron algunos votos y en el 2003 otros votos más, rondando actualmente el 35 %. Para tener una idea de hacia dónde apunta AlFa I, basta con una pequeña muestra: a fines de Febrero de ‘04, cuando en toda la UNLP crecía la lucha por la anulación de los cursos de ingreso eliminatorios (con Medicina a la vanguardia), el consejero de AlFa I votó junto a las autoridades en el Consejo Académico, la ratificación del carácter eliminatorio del curso de ingreso, contra la propuesta de la Lista Unidad. Y mientras la CEPA llenaba la facultad con carteles en contra de los cursos y llamando a concurrir al acto-festival que se hizo en Medicina el jueves 25/3, AlFa I colocaba carteles de «clases públicas y gratuitas» organizadas y dictadas por sus militantes, para aquellos ingresantes que necesiten apoyo. Patético.
Sólo en este contexto y con estos antecedentes, puede tener explicación lo que pasó el jueves 11 de Marzo. Las cursadas del primer cuatrimestre comenzaron el 8/3; en varias materias del plan viejo como Análisis Matemático III, Estadística o Cálculo Numérico la cantidad de alumnos llegaba a casi... ¡300!, totalmente hacinados, en anfiteatros con ventanas cerradas y temperatura ambiente superior a los 30º, con gente sentada en la escalera o en el piso y en donde levitaba un baho propio de la jaula de los mandriles del zoológico. El malestar era creciente y el Centro llamó a una asamblea el jueves 11 a las 12 hs. en el aula del primer piso del... ¡Edificio Central! A este edificio mas que intentar cambiarle el sentido, hay que repudiarlo. En la asamblea apenas éramos veintipico (con diez militantes de Unidad y cinco de AlFa I). Un fracaso total. En esa raquítica asamblea se llegó a plantear que la asamblea no debía hacerse acá sino en los cursos, donde estaban el malestar y las inquietudes de los estudiantes. Y así se hizo.
En los anfiteatros de Electrotecnia y de Mecánica a las 14 hs., había en cada uno más de 200 estudiantes cursando Estadística y Análisis Matemático III, respectivamente. En Análisis, cuando empezó la improvisada asamblea, estalló la bronca: ¡Así no podemos cursar! ¡No hay bancos para todos! ¡ No somos animales! ¡Allá adelante no tienen ni idea de cómo se cursa acá en el fondo! ¡Tenemos que hacernos oír!, eran algunas de las exclamaciones más escuchadas. Se decidió unirse a los de Estadística (que también habían hecho una asamblea similar) y marchar hacia el Edificio Central.
Una multitud de más de 300 estudiantes marchamos 300 metros desde los anfiteatros hasta el Edificio Central. Cuando llegamos, nos pusimos a aplaudir en el patio cubierto y todo el edificio empezó a temblar. Desde los balcones del primer piso los empleados se asomaban para ver algo inédito. Era como decirles a las autoridades: ¡Acá estamos, existimos! Rápido llegó la vieja Caterbetti, secretaria académica, a tratar de calmar semejante acto de barbarie que alteraba el armónico clima del lugar (el Decano estaba en un seminario en... ¡Miami!) Fue peor. Recibió recriminaciones de todo tipo: ¡Nos están faltando el respeto! ¡Usted y el Decano deberían recorrer las aulas para saber en qué condiciones se cursa! ¡No hay docentes ni cursos suficientes! ¡Los del plan viejo no somos kelpers! ¡Tenemos derecho a terminar la carrera con el plan con que ingresamos! y otras por el estilo. Caterbetti miraba asombrada tanta «falta de respeto» en el reclamo y solicitaba usar los «canales orgánicos» a través de los «representantes naturales». Los de AlFa I directamente se borraron y la gente de la CEPA trataba de moderar y encauzar la furia; pero sólo lo lograban de a ratos. Caterbetti (que normalmente los subestima o los ignora) buscaba desesperada dialogar con «los chinos» y prometió soluciones mágicas de todo tipo, con tal de terminar cuanto antes este «bochorno»; pero la gente no aflojaba y quería más: quería demostrar que no va a ser tan fácil que pase el plan de las autoridades, de obligarnos a cambiar de plan o de desaparecer como estudiantes.
Con los días posteriores, se vio que si no nos movilizábamos no hubiéramos logrado que desdoblaran los cursos necesarios y que se llamara a concurso para cubrir los cargos. Un pequeño gran triunfo que anuncia que tendremos un año duro, pero de lucha; porque el estudiantado ya no es el mismo que aceptaba pasivamente todo; desde la crisis del 2001, su composición varió al mismo ritmo que cambió la mayoría de la clase media: empobrecida y en picada. Según una encuesta realizada por la Secretaría de Bienestar Estudiantil, el 70 % de los estudiantes de la facultad trabaja o necesita trabajar. Y sin necesidad de tomarse tanto esfuerzo estadístico, alcanza con ver cómo en un año y medio, el bicicletero que está pegado al Departamento de Construcciones «reventó» como un hormiguero desbordado, cuestión que incluso no creo que se solucione con la inauguración del nuevo bicicletero que se encuentra frente a Electrotecnia.
Con las cursadas recién empezadas, la primera conclusión de este análisis dice que los problemas derivados de la implementación del plan nuevo (y por consiguiente, la situación de los estudiantes del plan viejo) marcará en el corto y mediano plazo, una dinámica de conflicto permanente (incluso con desbordes impensados) debido al callejón sin salida al que nos han llevado las autoridades. La segunda conclusión, quizás la más importante, es que se necesita otro tipo de organización: con AlFa I (que prácticamente se ha convertido en vocero de las autoridades en el estudiantado), y la Lista Unidad (que sólo impulsa lo que le conviene a la cúpula del PCR y no necesariamente a los estudiantes), no se puede contar para lo que se necesita, que es recorrer un camino de verdadera independencia, de autonomía, con métodos horizontales y transparentes. Recorrer un camino que permita llevar adelante el reclamo de los estudiantes sin especulaciones, sin roscas, con pluralismo y compromiso verdadero. Ese es el desafío.

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